El sistema vigente representa la continuidad de aquellas aberraciones, que los historiadores recrean en sus libros y el castrismo en sus manuales de supervivencia.
Pittsburg (Sindical Press) – La explotación laboral no solo se ha naturalizado en Cuba desde hace más de cinco décadas, sino que se amplía en función de maximizar las ganancias de una élite que predica la austeridad y disfruta de un nivel de vida comparable al de cualquier magnate del primer mundo.
Los bajos salarios y las deficientes condiciones en los puestos de trabajo son parte de viejos problemas estructurales que, lejos de solucionarse, se agravan a causa del anquilosamiento de un modelo económico sustentando en disparatadas premisas ideológicas que terminan relegando a un segundo o tercer plano la importancia del factor productivo.
Si tal situación resulta chocante, habría que fijar la atención en el asunto relacionado con la venta de los servicios brindados por los profesionales de la salud en decenas de países, para descubrir que estamos frente a un régimen que viola descaradamente los derechos de cientos de personas, al enviarlos a sitios, donde peligra su integridad física, además de despojarlos de buena parte de sus honorarios.
En el programa Mais Médicos, negociado con el gobierno de Brasil en 2012, los especialistas del sector recibieron como promedio 3000 dólares al mes. A sus bolsillos solo llegó un 25% de esa cifra. El resto fue a parar a las arcas gubernamentales, lo cual quiere decir que parte de esa suma terminó en las cuentas personales de algunos de los funcionarios de la nomenclatura, algo a esperar en un ámbito donde el gobierno no rinde cuentas al pueblo que dice representar.
A poco de asumir la presidencia del gigante sudamericano por segunda vez el pasado 1 de enero, Lula Da Silva dio la orden de reactivar el intercambio, inaugurado por la ex -mandataria Dilma Rousseff hace 11 años.
A propósito del esquema de extorsión, fervientemente defendido por las partes involucradas –que incluye a los gobiernos de 56 naciones, entre ellas, Angola, Arabia Saudita, China, Congo, Cabo Verde, Guyana, Guatemala, Sudáfrica y Nicaragua–, el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, instó al gobierno de la Isla, en el marco del Día contra la Trata de Personas a poner fin a la explotación de sus trabajadores en el exterior, exigiéndole además, el cumplimiento de las obligaciones internacionales de derechos humanos y las normas laborales.
Debido a la cantidad de personas sujetas a tales perjuicios que, según datos del año en curso, se acercan a las 24 mil, en el 2019 el Departamento de Estado incluyó por primera vez a Cuba en la lista de países que no hacen lo suficiente para combatir el tráfico de personas.
El informe presentado por el entonces Secretario de Estado, Mike Pompeo, calificó el procedimiento –que nada tiene de voluntario, en referencia a la decisión de irse a otros países a enfrentar disimiles riesgos a cambio de irrisorias retribuciones monetarias– como esclavitud moderna.
Mediante una votación con 386 votos a favor, en 2021 el parlamento europeo condenó a las misiones médicas –sometidas a extenuantes jornadas laborales de más de 12 horas sin las condiciones requeridas y la falta de una remuneración justa– como ejemplos de flagrantes privaciones de derechos elementales.
La clase trabajadora en la Isla se mantiene a merced de unos códigos laborales que anulan las expectativas de un mejoramiento del nivel de vida. Son los esclavos que deben obedecer, sin titubeos, al capataz y sus subalternos, como ocurría hasta la abolición de la esclavitud en 1886.
El sistema vigente representa la continuidad de aquellas aberraciones, que los historiadores recrean en sus libros y el castrismo en sus manuales de supervivencia.