Trabajar con hambre: un logro del socialismo en Cuba

Comida destinada a los médicos cubanos, Holguín 2021. (Foto archivo: Dr. Wilson Sánchez/Facebook)

Los médicos y trabajadores cubanos de la salud se ven obligados realizar su trabajo bajo condiciones cada vez más adversas.

La Habana (Sindcial Press) – Clara Peña es cocinera del policlínico de Romerillo, en el municipio Playa, y dice que vive apenada por la mala calidad de los alimentos que le oferta al personal sanitario.

“No tengo que ver directamente con el asunto, pero me siento culpable. Esos médicos, enfermeras, laboratoristas y personal administrativo y de servicio merecen una comida mejor. Están salvando vidas, ayudando a mejorar un padecimiento”, apuntó.

Cuenta la cocinera que reiteradamente tiene que sazonar la comida con productos de su despensa. Un aporte que se resiste a repetir por el efecto negativo en sus finanzas.

“En el almacén solo hay arroz y chícharos y paqueticos de refresco en polvo. Por la mañana temprano preparamos el refresco con el agua contaminada de la cisterna y cuando traen el pan le untamos un poco de pasta de sabor agrio. Ese es el desayuno de los médicos. En la merienda se reparte lo mismo. El almuerzo es todavía más engorroso. En los actos conmemorativos es dónde aparece el pollo o tal vez huevo o masa cárnica. Tenemos que hacer magia para elaborarlos. No hay nada para echarle.”

Marta, la otra cocinera y responsable del sindicato, construyó un huerto en un terreno baldío que hay detrás del área de las consultas, pero el esfuerzo fue en vano.

“Sembré ajíes, tomates y lechugas, pero una noche los ladrones se lo llevaron todo”, aseguró.

Casos como este ocurren a lo largo y ancho de la isla. Los trabajadores de la salud trabajan en condiciones muy adversas, lo cual influye en la calidad del servicio. Cada vez es peor la situación de los galenos y el resto del personal encargado de estos menesteres. Ya es normal que los médicos inviertan parte de sus salarios en comprar alimentos elaborados en algún local cercano o de lo contrario traer algún refuerzo de sus casas.

Brenda Rivas, una doctora que trabajó durante seis años en los hospitales localizados en los municipios capitalinos del El Cerro y Centro Habana, recuerda los sinsabores que enfrentó antes de abandonar la profesión luego de contraer matrimonio con un extranjero.

Entre las anécdotas, salió a relucir la deprimente situación de los comedores.

“Arroz blanco, tomates y masa cárnica, que no se sabe con qué la elaboran, fue lo que estuve comiendo durante un año”, relató.

Los trabajadores de la salud no son los únicos que soportan tales incongruencias. En la casi totalidad de los centros laborales, a excepción de los relacionados con la rama militar, funcionarios del Partido o el turismo, los obreros tienen que conformarse con la bazofia que preparan en las destartaladas y mugrientas cocinas.

Es sabido que la élite en el poder viola impunemente varios acuerdos internacionales sobre la protección y cuidado del trabajador y no ofrece señal alguna de estar dispuesta a una urgente rectificación.

El desastre avanza en medio de las habituales arengas patrióticas y el eco de las exhortaciones del presidente designado a redoblar el compromiso en una “resistencia creativa” de todo el pueblo ante los efectos de una crisis que incluye el hambre y la desnutrición de miles de personas empleadas en las dependencias estatales.