El primer indicio de la ventisca represiva fue un artículo en Tribuna de La Habana que intentaba ‘endulzar la píldora’.
La Habana (Sindical Press) – El pasado 19 de septiembre, el gobierno cubano hizo efectiva el conjunto de disposiciones jurídicas que reducían los límites de prosperidad de la gestión privada, derogando exenciones de pagos, elevando impuestos y nombrando una nueva agrupación administrativa que en lo adelante llevara las tiendas del trabajo de los particulares.
El primer indicio de la ventisca represiva fue un artículo divulgado por la prensa oficial en Tribuna de La Habana el 6 de octubre, que intentaba ‘endulzar la píldora’. Este informaba sobre el cierre de La Güinera, un centro mayorista de Arroyo Naranjo que abastecía a la mayoría de los trabajadores por cuenta propia de la capital.
Según los periodistas que cubrieron la noticia, se llevarían a cabo acciones para reparar vertimientos, salideros y viales, con el fin de rehabilitar las infraestructuras de la zona, además de implementar un ordenamiento en el trabajo por cuenta propia.
“Teniendo en cuenta la situación higiénico sanitaria que presenta la zona de comercialización, de la localidad de La Güinera, en el municipio Arroyo Naranjo, se ha decidido el cierre parcial del área por un periodo máximo de treinta días, a partir del domingo 6 de octubre”, terminaba la nota.
Muchos de los vendedores particulares que abastecen a la población con los enseres domésticos y la infinita gama de productos para las necesidades de las viviendas cubanas pierden “temporalmente” su medio de sustento, debido al cierre de la mayor abastecedora de productos de la capital.
Lidia Sierra, vendedora ambulante de Santiago de Cuba y radicada en La Habana desde el 2016, dice que todo lo que aquí se cierra es muy difícil que se vuelva a abrir.
“Nosotros los vendedores ambulantes estamos desencantados con esto, porque estamos perdiendo nuestra fuente principal de abastecimiento. Dicen que es un cierre temporal para reparar, para ponerlo más bonito, yo dudo que si lo reparan y lo ponen más bonito se lo den a la gente otra vez. Tal vez pongan una mipyme del gobierno o lo cojan para otra cosa del estado que le reporte ganancia”.
Las políticas de cierre y reapertura de mercados, con argumentos de reparaciones o mejoras, son una estrategia conocida que a menudo resulta en un aumento de control estatal y restricciones al sector privado.
“Otra vendedora ambulante de Guantánamo y radicada en La Habana desde el 2004 es Saray Sosa, madre divorciada y con dos niños en edad escolar. Saray no sabe qué hacer en lo adelante con el cierre del lugar.
“Voy a tirar con unos percheros y unos cubos, y otras utilerías que me queda en la casa, pero después tendré que parar y dedicarme a otra cosa, porque mis hijos tienen que comer y no pueden esperar treinta días a que yo empiece de nuevo a trabajar”.
“Cuando se me acabe lo que tengo en la casa tendré que irme para La Cuevita, donde los productos son un poco más caros, y eso a ver si no la cierran también, porque hay un rumor que también se va del aire”.
Más de 600 mil trabajadores por cuenta propia se estiman en la isla, aunque es una cifra conservadora. Todos los días alguna persona renuncia a trabajar para el estado y se incorpora a la gestión privada y los jóvenes que arriban a la edad laboral ven en las carretillas o en la reventa de artículos una entrada de dinero mayor que la que ofrece el estado.
Milton Sequeira tiene un negocio de venta de accesorios de plomería y de electricidad. Vende todo tipo de herraje de baños y celosía, todos comprados en La Güinera. Explica cómo surgió la idea del negocio.
“Yo estaba construyendo y cuando fui a comprar los materiales eran precios por las nubes. Fui a La Güinera y los compré a un cuarto de precio. Cuando terminé la construcción, fui a comprar al por mayor y a revender. Me ha ido bien. Si la cierran entonces me las veré en ascuas”.
En años anteriores, el sitio ha enfrentado períodos de inestabilidad por motivos que van desde inspecciones para regularizar las ventas hasta denuncias de higiene o seguridad.
Estas acciones suelen ser vistas como tácticas para controlar el comercio informal, limitar la oferta de productos no controlados por el Estado y promover el monopolio de las tiendas estatales. En 2021, por ejemplo, se reportó un operativo de control donde se confiscaron productos que el Estado consideraba de “venta prohibida” para particulares, un incidente que afectó a numerosos trabajadores por cuenta propia.
El area de La Güinera fue uno de los principales focos de las protestas antigubernamentales en Cuba en julio de 2021, convirtiéndose en un símbolo de la oposición en los barrios más vulnerables. Durante las protestas, este vecindario en las afueras de La Habana presenció confrontaciones intensas con las fuerzas de seguridad, lo que resultó en múltiples detenciones y la única muerte registrada oficialmente.