jueves , 28 marzo 2024
Castro en el X Congreso de la FSM.

El doble rasero de la federación sindical mundial

En caso de países como Cuba, la FSM se hace de la vista gorda ante el incumplimiento de sus reclamaciones.

La Habana, Cuba – Este 3 de octubre se cumplieron 75 años de la fundación en París de la Federación Sindical Mundial (FSM). Recién acabada la Segunda Guerra Mundial, esta agrupación internacional de sindicatos intentó nuclear a la gran masa de trabajadores que se opusieron al fascismo.

Sin embargo, muy pronto la FSM experimentó un giro hacia la izquierda radical que provocó el desgajamiento de las agrupaciones de corte socialdemócrata y la consolidación en sus filas de los elementos de afiliación marxista.

La Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) fue de las primeras en afiliarse a la FSM, y su líder Lázaro Peña enseguida ocupó una de las vicepresidencias de la organización –una responsabilidad que actualmente ocupa el mandamás de la CTC Ulises Guilarte de Nacimiento.

Es de destacar que la FSM ha contado con varias sedes a lo largo de estas más de siete décadas de existencia. París, Viena, Praga y ahora Atenas han acogido las oficinas centrales de esta organización. De Praga tuvieron que marcharse cuando el sistema comunista colapsó en esa nación. El actual secretario general de la FSM es el griego George Mavrikos.

La FSM les exige a sus afiliados en las naciones capitalistas que luchen por derechos tales como la libertad de organización sindical, la abolición de cualquier tipo de discriminación, el acceso al trabajo y las vacaciones pagadas, sueldos adecuados y un mejor estilo de vida.

Aclaramos que tales exigencias son sólo para los sindicatos que no comparten el poder en sus respectivos países, ya que, en el caso de países como Cuba, la FSM se hace de la vista gorda ante el incumplimiento de esas reclamaciones. Porque aquí no hay libertad para organizar sindicatos paralelos a la oficialista CTC –existe un sindicalismo independiente, muy reprimido y no reconocido por el gobierno–, se discriminan a los trabajadores por motivos ideológicos, no se remunera adecuadamente a los trabajadores, y son precarias las condiciones de vida de buena parte de los obreros.

La FSM nunca ha alzado su voz frente a tales realidades. En las ocasiones en que habla de Cuba, solo se refiere a la necesidad de que Estados Unidos ponga fin a su embargo económico y financiero contra el gobierno de la isla, y también mucha algarabía hicieron en torno al encarcelamiento en cárceles norteamericanas de los cinco espías enviados allí por la maquinaria castrista de poder.  

En su edición correspondiente al pasado 5 de octubre, el periódico oficialista Trabajadores publicó el artículo “La lucha clasista sin cuarentena”, con motivo del nuevo cumpleaños de la FSM, y también del enfoque que la organización le ha dado al combate a la pandemia del coronavirus.

Allí se exponen declaraciones del señor Mavrikos en el citado contexto. El dirigente de la FSM afirma que “la clase especuladora dominante, despiadada y deshumanizada, saca provecho de la pandemia, aumentando precios, robando a los bolsillos de la gente sencilla y escondiendo los productos para generar penurias artificiales”.

Parece que el señor Mavrikos no se ha enterado de que los gobernantes cubanos se han dedicado a esconder productos de primera necesidad que tradicionalmente se ofertaban en CUC para sacarlos a la venta en las tiendas que comercializan en dólares, con el consiguiente perjuicio para los consumidores que no tienen acceso a esa moneda. Y lo que sería más preocupante para la credibilidad de su organización: que la CTC no ha dicho ni media palabra de esa medida excluyente y discriminatoria.

Claro, en el fondo no podemos olvidar que la FSM, como buena representante de la tradición marxista-leninista, dice una cosa cuando sus sindicatos están en la oposición, y se comporta de otra manera bien distinta cuando sus gremios se alían al poder.