jueves , 12 diciembre 2024
Pesca en Manzanillo.

¿Qué pueden festejar los trabajadores de la pesca?

La desaparición de la URSS y el colapso del comunismo en Europa oriental constituyó un jaque mate para las flotas pesqueras

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – En el apogeo de la epidemia provocada por el coronavirus, el periódico Trabajadores (edición del lunes 6 de abril), órgano de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), ha llamado a los trabajadores del sector de la pesca a festejar en este mes de abril el Día del Trabajador de la Industria Pesquera.

En realidad, hubo tiempos en que sí pudo haber motivos para algún tipo de festejos en el gremio pesquero. Hay que recordar, por ejemplo, los años que precedieron a la debacle del período especial en la década de los noventa. En ese entonces el país contaba con varias flotas pesqueras que operaban en aguas internacionales del golfo de México y el océano Atlántico, sitios en los que se capturaban más de 100 mil toneladas anuales de pescado, a las que se agregaban las 75 mil toneladas que se obtenían en las aguas de nuestra plataforma insular.

Adicionalmente, el país importaba por esa época unas 33 mil toneladas anuales de pescado. Todo ello posibilitó en aquellos años un consumo anual per cápita de pescado de 16 kilogramos. En ese contexto se extendió una red de pescaderías por todo el país que potenció el consumo de productos del mar.

La desaparición de la Unión Soviética y el colapso del comunismo en Europa oriental fueron una especie de jaque mate para las flotas pesqueras de la isla, las que a partir de ese momento comenzaron a mostrar su obsolescencia tecnológica y los costos excesivos en que se desarrollaban sus operaciones. Como consecuencia de ello casi desapareció la pesca cubana en aguas internacionales, y también disminuyeron las capturas en la plataforma insular.

Cifras recientes dan fe de la catástrofe en que se ha sumido el sector de la pesca en el país. Las capturas de pescado se han reducido en un 70%, mientras que el consumo per cápita anual de productos del mar ha caído hasta los 4,3 kilogramos. Incluso surtidos como la langosta y el camarón –tradicionales fuentes de exportación– han visto reducidas sus capturas, con la consiguiente afectación a los ingresos de divisas de la nación.

Por supuesto que ha habido una merma considerable en el consumo de pescado en el país. Muchas de las pescaderías han sido cerradas u ocupadas en otros menesteres. Asimismo, las cuotas normadas de pescado se han sustituido por pollo en numerosas ocasiones. Y para completar el caos, el país ha reducido ostensiblemente la importación de productos del mar en medio de esa obsesión por sustituir importaciones. De las 33 mil toneladas que se importaban antes, ahora la cifra es solamente de unas 8 mil toneladas. Todo lo anterior ha ocasionado un triste y contradictorio panorama: en una isla rodeada de agua, casi no se ve el pescado.

Mas, si hubiese que recurrir a otro detalle para certificar el colapso del sector pesquero en el país, me decidiría por investigar acerca del aporte de la pesca al Producto Interno Bruto (PIB) del país.

El Nomenclador de Actividades Económicas de Cuba, emitido por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, ha distribuido el importe del PIB creado por los distintos sectores de la economía. Así tenemos que en el sexenio 2013-2018 el sector de la pesca ocupaba el último lugar, incluso por debajo de la industria azucarera, que ya es mucho decir.

Por poner solo algunos ejemplos del año 2018 –que se comportó casi igual que los restantes años del sexenio–, tenemos que el comercio representó el 18,9% del PIB; las industrias manufactureras aportaron el 11;5%; el transporte y las comunicaciones el 10,6%; la construcción el 7,4%; la actividad minera el 0,5%, la industria azucarera el 0,3%, mientras que la pesca únicamente representó el 0,1% del PIB.

Entonces, ¿qué podrían festejar los trabajadores del sector de la pesca? En realidad, debían de estar en luto permanente debido a las políticas erróneas que han colocado a su sector en la cola de una economía ya de por sí colista.