jueves , 3 octubre 2024
Cola en una panadería habanera.

Resistencia, viandas y Chan-chan

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Es fácil decir “resistiremos” para el que no tiene la salchicha regulada, los huevos en el aire y el pescado en salmuera por causa de la escasez, en un país donde los de abajo son quienes pasan hambre y resisten, mientras los de arriba se hartan hasta la obesidad y sólo llaman a mantener la resistencia, el trabajo, la inventiva y otras zarandajas a como dé lugar.

Cínico asegurar que si nos dedicamos a pulir esas tres “joyas” del socialismo parásito que se ha enquistado en el tejido socio laboral de la nación, evitaremos volver al bistec de colcha de trapear, el picadillo de cáscaras de toronja y las hamburguesas Super Zas, pues estamos en condiciones para sustituirlos por sus similares de cola de cocodrilo, rabo y cabeza de jutía conga, y un huevo de avestruz con suficiente sustancia y responsabilidad para hacer una gran tortilla colectiva en cada Comité de Defensa de la Revolución.

Patético hablar de un “encadenamiento” productivo, consistente en sembrar junto a cada cultivo a un científico con pamela y probeta que avale desde sus brotes la madurez y suavidad de una papaya, la densidad en la baba de un quimbombó y la resistencia de una yuca al calor, mientras detrás del químico viene un ideológico de la cooperativa con un manual de marxismo bajo el brazo enseñando a las viandas cómo rendir más a la población.

Y para culminar el encadenamiento productivo, sólo hace falta que no haya una temporada lluviosa o un período de seca, aparezca la mano de obra para la siembra y recolección, existan los envases y el transporte, estén buenos los caminos, haya un centro de acopio receptador sin intermediarios, ladrones en la administración, un cuadro del partido, balanzas para pesar, una lista de precios, y ya está el producto en manos del consumidor, que sólo debe tener dinero para comprarlo y conseguir combustible para prender el fogón.

Otra garantía para el encadenamiento de la resistencia ciudadana y la existencia de viandas en los agro mercados es que nunca se detenga la caravana del Chan-Chan, como llama el pueblo a la comitiva del presidente cubano y su consejo de ministros en su deambular de pueblo en pueblo, cual la canción de Compay Segundo (“de Alto Cedro voy para Mayarí, llego a Cueto voy para Marcané”), pues no aporta otra cosa que música.

De ahí que las patrañas y falsos compromisos de líderes gubernamentales que dicen estar dispuestos a resistir las penurias de la población, cuando todos saben que no han visto ni verán jamás a un Lazo sudando bajo un apagón, a una Mariela Castro en la cola para el pan ni a un Machado Ventura o un Díaz-Canel bajo los escombros de un derrumbe total, sean solo buchipluma namá, faroles de viejos camajanes o alardes pirotécnicos de fuego artificial.

El país continúa cuesta abajo y de no ser así ¿por qué  Marino Murillo, Ramiro Valdés, Eusebio Leal y tantos otros que llaman a resistir –seguros de vencer– tienen a sus hijos a buen recaudo en el exterior, lejos de la batalla del pueblo por sobrevivir a la escasez y otros demonios generados por sus papás desde una aséptica y cómoda posición de poder?

Por eso, si de verdad están dispuestos a resistir, debieran predicar con el ejemplo y tener, como los demás, la salchicha regulada por el poder, los huevos en el aire por no saberse cuando llegarán, y el pescado en salmuera porque se ha secado el mar. Pero, fingen no saber que la resistencia se fundió, no existen viandas en el Edén y siguen en su chan-chan. | vdominguezgarcia4@gmail.com