Hablar de trabajo digno en Cuba como lo hizo Mirta Elena Feitó Cabrera en su exhibicionismo panfletario, es sencillamente ofensivo.
Pittsburgh (Sindical Press) – La intervención de la ministra cubana de Trabajo y Seguridad Social, Mirta Elena Feitó Cabrera, en la 113.a Conferencia Internacional del Trabajo que tiene lugar en Ginebra mantuvo, como era de esperar, el tono altanero del oficialismo y la intención de vender una realidad que no cuadra con el drama existencial que enfrentan millones de personas en la Isla, incluidos los trabajadores y en particular los empleados en empresas e instituciones estatales quienes llevan la peor parte en la crisis estructural vigente.
Los trillados argumentos de la funcionaria describen, sin velos, la impudicia del régimen al presumir una cabal observancia de las garantías laborales y sociales que, en la práctica simple y llanamente, no existen.
Decir que en Cuba se respetan los derechos laborales, la equidad y la dignidad humana tiene que ver mucho con la necesidad de legitimación del poder, frente al derrumbe, en tiempo real, de sus paradigmas, entre los que sobresalen las supuestas incondicionalidades en la defensa de los intereses del proletariado.
Vayamos a las cifras, para echar por tierra toda la podredumbre discursiva de una de las integrantes del exclusivo círculo de apañadores y compinches en los niveles más altos de la nomenclatura.
Un reporte del Observatorio Cubano de Conflictos (OCC), publicado en septiembre de 2023, mostraba el complejo panorama del desempleo, al mostrar datos oficiales, como los provenientes de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), donde se significaba que el 53% de los jóvenes entre 15 y 35 años no trabajaba ni estudiaba.
Por su parte, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), dio a conocer, la pérdida de 231 000 empleos entre 2021-2023, de ellos 194 689 del sector privado.
Asimismo, el OCC estimó que la cifra de personas sin trabajo era de alrededor del 43% de la población laboralmente activa, dejando claro que las reducidas tasas mostradas por el gobierno, eran objeto de la manipulación estadística con el fin de minimizarlas.
Tanto es así que, en 2024, la tasa de desempleo reconocida oficialmente fue de solo 1,53%. algo que nadie en su sano juicio puede aceptar, tras un análisis del contexto a luz del descalabro económico, sin paragón en la historia nacional, de los últimos cien años.
Resulta escandaloso admitir que el salario medio actual de 5839 pesos, no llegue a los 16 dólares al mes, al cambio de 370 pesos por dólar. Una minucia, en un país donde el litro de aceite supera los mil pesos, una bolsa de leche de un kilogramo, 2000 y un paquete de 30 huevos, 3000. Todo eso a expensas de los operadores del mercado negro, que no escatiman en las subidas de precios a costa del déficit generalizado de productos básicos.
Si el 2025 ha sido un remedo de los años previos, agravado por circunstancias mucho más complejas y sin soluciones en el horizonte, lo expuesto por la ministra, es otro pasaje de la desvergüenza, que emana de los podios ocupados por cada representante del gobierno, no importa dónde ni en qué momento. Su misión es mentir, desvirtuar, ocultar la precariedad de miles de familias y también la vida opulenta de la clase social a la que pertenece por obra y gracia de su fidelísima lealtad a quienes le otorgaron ese privilegio.
Hablar de trabajo digno en Cuba como lo hizo en su exhibicionismo panfletario, es sencillamente ofensivo.
La justificación del “bloqueo” como coartada para encubrir la mediocridad y el empecinamiento de la dirigencia, aparte de aburrida, no cala en el pensamiento de la mayoría de los cubanos, convencidos, más que nunca, del lugar y la identidad de los verdaderos culpables con sus uniformes militares, sus guayaberas, sus ordinarias barrigas y en el caso de la ministra, con una glamorosa vestimenta afín con el cónclave ginebrino.
Sépase que el trabajador en Cuba, sigue siendo un esclavo a tiempo completo, un rehén, meras piezas dentro de un engranaje diabólico. Lo demás que se diga es cháchara, aire frito.
¡Ministra, por favor, respétese!