domingo , 16 noviembre 2025
Seminario de la oficialista CTC en Camagüey para organizar las reuniones de consulta del Anteproyecto de Ley del Código de Trabajo. (Radio Rebelde)

CTC: el sindicato que sirve al poder, no a los trabajadores

El proselitismo de los miembros de las secciones sindicales, orientados por la plana mayor de la CTC, carece de resultados positivos.

Pittsburgh (Sindical Press) – Pertenecer a un sindicato en Cuba carece de sentido práctico. Lejos de constituir una fuente de protección en el ámbito laboral, la afiliación se ha convertido en un lastre desde que el Partido Comunista asumió las riendas del poder.

La constitución de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en 1961 resultó ser una herramienta de control y coerción, ajena por completo al carácter autónomo que debería tener una organización destinada a defender los intereses de la clase trabajadora.

Un reportaje del diario Trabajadores, publicado el 19 de octubre, confirma la tendencia al rechazo de formar parte de una entidad que responde directamente a los códigos políticos e ideológicos de la élite gobernante.

Según reflejó el órgano de prensa, “al cierre de septiembre, entre los más de dos millones de afiliados en el país, apenas el 23,3% correspondía a actores económicos del ámbito privado”, cifra que representa a más de medio millón de trabajadores.

El proselitismo de los miembros de las secciones sindicales, orientados por la plana mayor de la CTC, carece en general de resultados positivos, salvo aquellos obtenidos mediante coacciones veladas y promesas de beneficios que terminan desvaneciéndose en un entorno laboral dominado por la premisa del sálvese quien pueda.

Definitivamente, la esencia del sindicalismo se ha perdido entre el cúmulo de prohibiciones legales, restricciones y condicionamientos destinados a perpetuar un modelo que sobrevive de crisis en crisis.

Un zapatero residente en Camagüey, citado en el reportaje, confirma la resistencia de los trabajadores por cuenta propia locales (TCP) a integrarse a los sindicatos. De los más de 35 140 pertenecientes a este sector, solo el 22% ha dado el paso al frente.

El texto también da cuenta de las limitaciones para acceder a créditos, las demoras en los trámites y la ineficiencia de las instancias gubernamentales encargadas de acompañar y facilitar las actividades económicas no estatales.

Más allá de las causas que explican el rechazo, es necesario considerar el arsenal disuasorio en manos de los jerarcas de la CTC, decididos a incrementar el número de afiliados sin detenerse en la naturaleza de medidas que podrían ser más drásticas.

Quienes no tienen escapatoria son los trabajadores del sector estatal. En su caso, la afiliación al sindicato suele ser una condición indispensable para conservar el empleo.

Los renegados de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), los cuentapropistas (TCP) y las cooperativas no agropecuarias (CNA) celebran su distanciamiento, tal vez sin pensar demasiado en que se trata de una postura problemática o incluso contrarrevolucionaria, de acuerdo al prontuario de categorizaciones incriminatorias vigentes.

En los próximos meses veremos quién se impone en un escenario donde la propensión al atropello por parte de los dirigentes de la CTC se mantiene intacta, al igual que la vulnerabilidad de las víctimas, regularmente expuestas a confiscaciones, multas y cierres definitivos de sus negocios.