jueves , 28 marzo 2024

Disparados los precios de los alimentos en el mercado informal cubano

Los cubanos cobran en pesos pero deben comprar los productos más necesarios en tiendas estatales de divisas, utilizando tarjetas magnéticas.

La Habana, Fernando Lavigne (DDC) – Los precios de los alimentos mantienen su tendencia al alza en Cuba, alcanzando ya en algunos casos un valor cuatro o cinco veces mayor que el que tenían antes del llamado «ordenamiento monetario».

El desabastecimiento de las tiendas estatales, así como de otras fuentes alternativas como agromercados y puntos de venta privados, ha generado una fuerte inflación y con ello la carestía de los pocos productos que aún se venden en el mercado informal.

Para muchos, la incertidumbre alimentaria de hoy es un signo claro de la hambruna que se avecina y, más allá de los esporádicos estallidos sociales que se vienen dando, de un vuelco definitivo del pueblo a las calles.

«Aquí, en 10 de Octubre, el paquete de pollo de un kilo está a 250 pesos; el picadillo, a 75 o 125 pesos, en dependencia del tamaño; un paquete de perritos cuesta 60 pesos; la libra de frijol 45 y, si son colorados, 50», dice una vecina de ese municipio.

Muchos de los productos que se venden en el mercado informal provienes de las carnicerías, bodegas, almacenes, hoteles, centros de trabajo y comedores sociales estatales. La otra fuente de suministro son los revendedores, que adquieren estos y otros productos en las tiendas en MLC, donde ya son caros, y los ofrecen al doble o el triple de su valor.

Los precios se mueven bajo un estándar similar, con ligeras oscilaciones, según el lugar y la escasez que se atraviese.

«En Centro Habana, la libra de arroz ronda los 50 pesos; el cartón de huevos, cuando aparece, cuesta 350; dos tubos pequeños de picadillo (de una libra cada uno) salen en 180; mientras que la leche en polvo se mueve entre 350 y 400 pesos, dependiendo de si es amarilla o blanca (entera y descremada). Por un paquete de perritos te pueden pedir hasta 80 pesos», dijo el periodista de DIARIO DE CUBA Jorge Enrique Rodríguez.

En provincias como Santiago de Cuba, donde el poder adquisitivo promedio es muy inferior al que existe en la capital, el desabastecimiento es más acentuado, provocando una mayor distancia entre el mercado informal y los bolsillos de la población.

«Por una libra de arroz están pidiendo entre 80 y 120 pesos. Por un cartón de huevos, 300 pesos. El paquete de picadillo (de una libra) entre 90 y 120 pesos. La libra de pollo está en 90, la de frijoles en 30 y la de leche en polvo en 125», enumeró Josué, profesor de Español residente en esa provincia.

Estos precios en moneda nacional son, sin embargo, reflejo de una economía dolarizada, en la cual el Gobierno paga los salarios en pesos y vende los productos más necesarios en tiendas en divisas, donde los cubanos están obligados a comprar con tarjetas magnéticas. Paralelamente, el Estado, con serios problemas de liquidez, no vende dólares a la población, lo que ha provocado que el valor de la moneda estadounidense se haya duplicado «en la calle».

A los precios en metálico, habría que sumar el riesgo que implica participar en el mercado informal.

«La fiana (Policía) aminoró la marcha al pasarme por el lado. Yo tragué en seco e intenté no mostrar nerviosismo. Si me cogían con la mochila me metían preso o al menos salía con una multa. Por suerte, siguieron de largo», dijo Lázaro, un padre de familia residente en Habana del Este.

En la mochila, llevaba diez libras de picadillo de pollo y un cartón de huevos, comprados ilegalmente.

El artículo 338.1 del Código Penal Cubano contempla penas de entre tres meses y un año de cárcel, multa de 100 a 300 cuotas, o ambas sanciones, por el delito de «receptación».

Por «malversación», delito contemplado en el artículo 336.1 del propio instrumento legal, se prevé privación de libertad de entre tres y ocho años.

El mercado informal cubano, con sus riesgos y precios por las nubes, promete perpetuarse, en tanto el ordenamiento monetario sea un paliativo financiero para las necesidades del Gobierno y no un cuerpo de medidas encaminado a resolver la situación. La escasez y la inflación actuales así lo garantizan.