jueves , 28 marzo 2024
Ernesto Che Guevara como estibador durante una de sus jornadas de promoción del trabajo voluntario. (jovencuba.com)

Estatización y trabajo voluntario, la fórmula cubana para producir más alimentos

Una rimbombante exaltación del actual gobierno, antes o después de las labores, es la piedra angular de la acción voluntarista.

La Habana, Cuba | Cuba Sindical Press – Mientras los precios continúan subiendo en los agromercados, se afianzan las mismas políticas que han impactado negativamente, a lo largo del tiempo, en el nivel de las ofertas, la calidad de la mayoría de los productos y el monto a pagar, cada vez más alejado del poder adquisitivo de la mayoría.

En la edición del semanario Trabajadores, correspondiente a esta semana, apareció una nota que resalta la importancia de un trabajo voluntario efectuado en el organopónico La Coca, ubicado en la localidad de Campo Florido, del municipio capitalino de Habana del Este, convocado por el Sindicato de Trabajadores Agropecuarios, Forestales y Tabacaleros de La Habana.

La actividad se enmarca en las iniciativas que lleva a cabo la entidad sindical, desde mediados del mes de mayo, para elevar la producción agrícola.

En esta ocasión, los participantes se dedicaron a la recuperación, deshierbe y trasplante de semillas de hortalizas y otros cultivos de 32 canteros.

El escueto artículo realza otro intento baldío de ponerle fin al declive de la agricultura, un fenómeno que data desde la supresión de la propiedad privada y la entrada en vigor de la Ley de Reforma Agraria, en los albores de la década del 60 de la pasada centuria.

El trabajo voluntario, cuyo principal animador fue Ernesto Guevara, está entre los despropósitos aún vigentes que, lejos de incentivar la producción agropecuaria, son la antítesis del éxito.

Se trata de un inútil gasto de recursos en momentos en que la economía atraviesa por una severa crisis debido al azote de la COVID-19.

No es una suposición. Sobran las evidencias para demostrar que movilizar un grupo de personas hacia a los surcos, o en este caso canteros, no significa un gran aporte para un rubro que pasa por sus peores momentos, sino todo lo contrario. Téngase en cuenta que estos trabajadores no tienen ninguna experiencia en estas lides y que van allí solo para cumplir con el libreto confeccionado por los integrantes de la administración y el sindicato –los cuales cumplen en Cuba un rol muy parecido: el sometimiento de los trabajadores a los dictados del partido único. 

En la referida tarea revolucionaria no se admiten las ausencias injustificadas, y responde a un contexto en el cual los rituales de la ideología terminan sepultando el valor real del trabajo.

Una rimbombante exaltación del actual gobierno, presidido por Díaz-Canel, y de los llamados líderes históricos, antes o después de las labores, es la piedra angular de la acción voluntarista. Lo que cuenta es el trasfondo político, no el balance de la inversión de tiempo y energías por un lado y los resultados productivos por otro.

Resulta patética la insistencia en promocionar este tipo de trabajos, cuando la situación alimentaria urge de procedimientos que ayuden a potenciar una mejoría a corto plazo y mediano plazo. Nada que ver con rocambolescas movilizaciones que enmascaran los perturbadores paisajes de la cotidianidad, ni con glorificaciones al modelo estatal de producción.

Los ecos de la continuidad del socialismo anuncian nuevas tormentas.

La prensa oficialista es el espejo del poder que condena al proletariado a sobrevivir en medio de una escasez cada vez más perturbadora.

Es hora de la que la tierra sea entregada en propiedad a los campesinos. No hay otra forma de resolver un problema de primer orden que puede convertirse en el detonante de protestas sociales que generen un caos generalizado. Las menguadas ofertas, los precios astronómicos y las deprimidas tasas salariales, incrementan el hambre y la desesperación, pero esas notas sombrías no aparecen nunca en las páginas de Trabajadores.