jueves , 22 mayo 2025

Socialismo, pobreza y marginalidad: tres infortunadas coincidencias

El cierre del MTSS y la descentralización de sus funciones amenaza con agravar la pobreza y abandono de los jubilados.

La Habana (Sindical Press) – El cierre definitivo del Instituto de Seguridad Social y el traslado de sus funciones a las filiales municipales y provinciales del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) podría ocasionar un incremento en el número de personas que padecerán mayores privaciones.

La pretendida reestructuración, que en teoría facilitaría un uso más eficiente de los escasos recursos, no es más que otra maniobra propagandística con muy pocas posibilidades de que se convierta en un aliciente para los cubanos en situación de pobreza extrema. Estudios revelan que casi el 90% de los habitantes de lsla se ubicaban en este rango, lo cual indica el devastador impacto de la crisis.

Datos publicados por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) pronostican otro año difícil para Cuba, al proyectar un decrecimiento económico de -0,1 % en 2025. Se trata de un patrón muy difícil de revertir, dada la persistencia de múltiples problemas tanto internos como externos, relacionados con las inversiones, el endeudamiento y la fragilidad financiera.

Las previsiones del organismo internacional bastan para reducir las expectativas de este movimiento, que más bien parece un frívolo cambio de fichas sobre un tablero viejo que demanda, no una restauración, sino un cambio, y urgente.

Aunque la medida se dirige fundamentalmente a la mejoría de las atenciones a los jubilados, que suman cerca del 25% de la población, el panorama actual deja muy poco margen para pensar que tantas personas cuenten con la posibilidad de permitirse un mayor acceso a productos de primera necesidad a través de la elevación del monto de sus pensiones y otros tipos de asistencia.

La pensión mínima que percibe el 39 % de los jubilados asciende a 1.528 pesos, equivalentes a 4,2 dólares al cambio del mercado negro, donde el dólar se cotiza a 360 pesos y todo indica que continuará su escalada en lo que queda del año.

Tal cifra es una burla ante una inflación galopante, donde una libra de carne de cerdo oscila entre 1100 y 1400 pesos, una libra de arroz 500-750, una libra de cebolla 1200-1600, un litro de aceite hasta 3000, una libra de frijol blanco 300 y un cartón de 30 huevos 3000.

Lamentablemente, frente a estas cifras del hambre, no hay medida capaz de ofrecer resultados a corto plazo. Hablamos de cientos de miles de seres humanos golpeados por la miseria en sus formas más dramáticas.

Por tanto, el publicitado trasvase de responsabilidad debe asumirse como un acto tan vil como el de Poncio Pilatos al lavarse las manos. En clave cubana, significa que el gobierno cambia la ubicación de las culpas, localizables ahora en las entidades subalternas, quienes tendrán la compleja tarea de afrontar las exigencias de las personas que trabajaron toda su vida para terminar sobreviviendo entre ayunos prolongados y enfermedades para las que no encuentran medicamentos.

Aumentar las pensiones a una parte de los necesitados, en caso de que ocurra, sería un intento baldío ante la vigencia de los altos precios provocados por la recesión y la volatilidad acompañante de los mismos, siempre con tendencia al alza.

Con la “salvadora descentralización” el descontrol continuará como de costumbre, probablemente peor, mientras los funcionarios del organismo central respirarán aliviados al verse exentos del dedo acusador de los ciudadanos de la tercera edad que lamentan los efectos de un abandono que los arrastra a la muerte.