jueves , 24 abril 2025
Un niño en Cuba vendiendo productos de higiene personal. (Periódico 26/DDC)

‘Tiene la mirada de un anciano’ Los niños que trabajan en Cuba llegan a la prensa oficial

La prensa oficial visibiliza por primera vez el trabajo infantil, mientras autoridades minimizan el fenómeno provocado por la crisis económica.

(DDC) – Una realidad que la grave crisis económica que padece Cuba ha vuelto más visible llega a la prensa oficial de la Isla: la existencia del trabajo infantil como una de las alternativas a las que recurren algunas familias para tratar de aliviar la precariedad en que viven.

Un reportaje de Periódico 26, el medio oficial del Partido Comunista en Las Tunas, abundó en el problema, presentando el caso de un menor de 16 años que “se ha vuelto el hombre de la casa” produciendo carbón, que luego vende.

“Desde que abrió los ojos aprendió el oficio. Su abuelo era carbonero hasta las entrañas. Al calor de los hornos, entendió que las Matemáticas no le entraban y que la única manera ‘de tener tres quilos’ era rompiéndose el lomo bajo el sol’. Ahora su dinero es la mayor entrada que garantiza los alimentos en la mesa”, refiere el artículo.

“Nunca aparenta estar cansado. No quiere comprar zapatos ni teléfonos. ‘Se acuesta con las gallinas’ y siempre está muy serio. Dice su tío que tiene la mirada de un anciano”, añade.

Según Periódico 26, la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó, “alertó sobre los indicios de este fenómeno en el resumen de la visita integral del primer ministro, Manuel Marrero Cruz”, a Las Tunas en diciembre de 2024.

Y, como es habitual en el espeso entramado burocrático cubano, la decisión de las autoridades fue crear “una comisión multisectorial al respecto”.

El reporte menciona a otro menor de 16 años que, junto a su padre, corta yerba en los potreros para luego venderla. La nota no duda en responsabilizar a los adultos responsables: “Pero Cristian (nombrémosle así) es quien se encarga de cortar el pasto, meterlo en los sacos… Su padre solo tiene los contactos para la venta”.

Un tercer niño vende productos adquiridos en el extranjero por una vecina: “Él lo vendió todo y desde entonces no ha parado. Dany (identifiquémosle así) tiene encargos de cables, cargadores, micas, covers… Su teléfono no para de sonar. Antes solo mercaba en la escuela o por domicilio, pero hace unas semanas decidió irse para el Bulevar. Allí la competencia es grande, aunque con suerte vuelve a casa con buen dinero. Debe tener mucho cuidado, ‘la gente ahora mismo es mala y se ven tantas cosas'”.

Miguel González Velázquez, director de Trabajo y Seguridad Social en Las Tunas, explicó para el reporte que el Código vigente en Cuba establece los 17 años como la edad de iniciación laboral. “Ante la compleja crisis económica que atravesamos, no podemos ignorar la ayuda de muchos jóvenes (de 14 y 15 años) a la familia en ciertas tareas, relacionadas con la agricultura o un negocio privado familiar. Esta acción no siempre constituye trabajo como tal”, señala.

Según el funcionario, en casos de ese tipo las comisiones estatales “establecen la concesión de prestaciones económicas temporales cuando se observa que existen insuficientes ingresos y que el menor se ve obligado a efectuar este trabajo informal por necesidad”. Los montos de las prestaciones de la Asistencia Social son ínfimos ante la carestía de la vida que enfrentan los cubanos y la dolarización de la venta de productos de primera necesidad impulsada por el régimen.

Periódico 26 advierte que el fenómeno toca a menores de 12 años, de la Educación Primaria, pues maestros de esa enseñanza refirieron historias de niños “que se dedican a vender confituras en los salones de clases, y alguno que otro confesó que después de salir de la escuela vende pan en su barrio”.

Juan Miguel Barrios, subdirector de la Dirección de Educación tunera, se limita a celebrar que “con alegría puedo decir que hoy no tenemos casos de muchachos que hayan abandonado los estudios por verse obligados a trabajar. Incluso, había algunos adolescentes que no iban al aula por tener que ayudar a sus familiares en la agricultura y nos reunimos con los padres, conveniamos días y horarios y estos volvieron a recibir clases. Ahí ganamos todos”.

“Está bien que desde edades tempranas los niños sean laboriosos y diligentes, pero cuidado. Hace unos días me encontré en la calle a un pequeño vendiendo tamarindos, con su mamá. Eso es trabajo infantil”, señaló el funcionario.

“Hemos identificado algunos menores inmiscuidos en el corte de pasto en ciertos lugares para que alguien se encargue de venderlo luego y así obtener ingresos. También detectamos otros vinculados con actores que venden productos, especialmente agrícolas, en la calle”.

“Los centros educativos tienen la responsabilidad de identificar estos sucesos, citar a la familia y promover acciones precisas. Una adicional tarea que nos atañe es garantizar la recreación, que se hagan actividades en áreas deportivas fuera de los horarios docentes, para difundir maneras sanas de pasar el tiempo libre”, añade Barrios.

Por su lado, Daisy Torres Álvarez, fiscal jefa del Departamento de Protección Familiar y Asuntos Jurisdiccionales, advierte: “Con respecto a la venta de implementos electrónicos en el Bulevar, los padres deben entender que sus hijos se están exponiendo a ser estafados, agredidos, a tratar con personas inescrupulosas. Los adolescentes no están aptos para estas situaciones, ni física ni mentalmente. Después lamentan los incidentes desagradables, pero hay que empezar por la prevención”.

“La Constitución de la República recoge y establece que, al menos, se debe poder estudiar hasta el noveno grado. No es ningún secreto que hay familias con bajos ingresos que, a veces, dependen de ese adolescente, sin saber que esto constituye un delito y que, incluso, pueden ser llevados a juicio por otros actos que atentan contra el pleno desarrollo de los menores”.

“Si los padres les permiten a sus hijos trabajar, o los inducen a ello, porque conocemos de un número ínfimo que están convencidos de que sus muchachos laboran para fines económicos del núcleo familiar, podemos ponerlos a disposición judicial y existen normas administrativas que también pueden aplicarse. Los niños en nuestro país gozan de amplia protección”, subraya, pese a estar ante un fenómeno cada vez más extendido que la desmiente.

“Los padres a veces no tienen la suficiente percepción del peligro cuando exponen a sus hijos a salir a la calle a vender cualquier artículo, ante cierta necesidad. En los pocos casos que ha habido en Las Tunas hemos actuado, la Fiscalía ha hecho apercibimientos oficiales a los progenitores”, enfatiza Torres Álvarez.

“Algunos padres se han dejado arrastrar por las carencias y complejidades, pero no hay necesidad de desertar de las escuelas ni tener hijos con obligaciones laborales. Estamos cerca de poner en vigencia el Código de la Niñez, Adolescencia y la Juventud. Permitir que este fenómeno prolifere sería muy contradictorio”, reconoce.