El paripé oficialista no convence a una población harta, que rechaza supuestos esfuerzos para acabar con la escasez de agua.
La Habana (Sindical Press) – Mejorar el abasto de agua en la capital cubana es tan ilusorio como diseñar un plan piloto para sembrar hortalizas y vegetales en las arenosas planicies del Sahara.
No obstante, en esas gestiones están el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado, Esteban Lazo, y el primer secretario del partido en la capital, Liván Izquierdo, quienes, en una reunión con líderes comunitarios y representantes de organismos vinculados al tema, discutieron sobre la distribución del servicio, las interrupciones eléctricas en las fuentes de abasto, el saneamiento y las operaciones diarias de la empresa Aguas de La Habana, según reportó la prensa local.
El encuentro, como es habitual, se limitó a salvar las apariencias. No existe posibilidad real de una solución, ni siquiera parcial, a una escasez agravada por los déficits de generación eléctrica, el deplorable estado de las instalaciones hidráulicas en todo el país y la insuficiente asignación de recursos para su reparación o sustitución.
Un estudio del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana, publicado en marzo de 2024 bajo el título El problema del agua en Cuba, reveló que, a pesar de la existencia de extensos sistemas de embalses, más del 67% de la población no recibía agua de forma estable en sus hogares. El informe describía con detalle la magnitud de una crisis que no ha hecho más que profundizarse con el paso del tiempo.
Según esa investigación, más de 475.000 cubanos dependen permanentemente de camiones cisterna, uno de cada cuatro ancianos mayores de 70 años sufre por la falta de suministro y el 40% de la población recibe agua solo unas horas, entre 4 y 6 días por semana. Desde la publicación de esos datos, los indicadores han caído en picada, con alta probabilidad de nuevos retrocesos que podrían derivar en protestas sociales mayores a las ya registradas, que han incluido cierres de calles y manifestaciones contra el gobierno.
El paripé de Lazo y sus acompañantes hace tiempo dejó de calar en una población harta de engaños y promesas incumplidas. Nadie creería, en pleno verano caribeño, lo que publicó el diario oficialista Tribuna de La Habana sobre supuestos esfuerzos para erradicar un racionamiento hídrico convertido en regla de supervivencia, impuesto por el partido y los militares.
Si en los años 40 del siglo XX el hacendado José Manuel Casanova afirmaba que “sin azúcar no hay país” para destacar la importancia vital de la industria azucarera, hoy podría decirse que sin agua tampoco. Con el ritmo actual de los acontecimientos, la Isla avanza hacia la desaparición, sepultada bajo majestuosos basurales que bloquean calles, apagones, hambre, inflación desbocada y una sed creciente que ya parece crónica.