Jubilados cubanos recibirán aumento de pensiones de hasta 4.000 pesos, pero continúa siendo insuficiente frente a inflación y canasta básica.
La Habana (Sindical Press) – Una nota del medio oficialista Cubadebate, publicada el 16 de julio, anunció un incremento en las pensiones de los jubilados a partir de septiembre. Aunque la noticia podría parecer esperanzadora para las personas de la tercera edad, la inflación que impera en la isla, el desabastecimiento y el alto costo de los productos no constituyen garantía de que este aumento vaya a mejorar el nivel de vida de los pensionados.
A partir de septiembre, el 18% de los pensionados recibirá como incremento la diferencia entre el monto actual de su pensión hasta alcanzar los 4.000 pesos mensuales. Esta decisión abarca un millón 324 mil 599 personas, lo que representa el 79% de los beneficiados. Sin embargo, incluso con este ajuste, la pensión mínima seguirá estando muy por debajo del costo real de la canasta básica, estimado por economistas independientes en más de 25.000 pesos mensuales.
En Cuba, la población que sobrepasa los 60 años supera el 28% y sigue en aumento. Más de un millón de personas residen en barrios marginales, de los cuales una quinta parte son adultos mayores. La situación es extremadamente dura para muchos ancianos, obligados a sobrevivir vendiendo en la calle o mendigando. Este escenario es especialmente doloroso para quienes han dedicado toda su vida a un proyecto político que, en la práctica, les ha fallado.
El incremento de la pensión tampoco resolverá el problema habitacional. Al cierre de 2024, de las 4.078.519 viviendas registradas en el país solo el 65% estaba en condiciones aceptables, lo que deja a más de un tercio de los hogares en estado precario. Muchas de esas viviendas están habitadas por jubilados que carecen de recursos para repararlas.
En la isla, la edad oficial de jubilación es de 60 años para las mujeres y 65 para los hombres, después de una reforma implementada en 2009 que la elevó en cinco años. Actualmente hay más de 1,7 millones de pensionados, casi una cuarta parte de la población económicamente activa. La pensión promedio es de apenas 1.500 pesos, mientras que con el incremento anunciado algunos llegarán a 4.000, todavía muy lejos de los más de 25.000 pesos que economistas independientes estiman como costo real de la canasta básica mensual. Todo ello refleja un sistema de seguridad social tensionado al límite por el envejecimiento acelerado y la crisis productiva.
“Ni con 50.000 pesos vive una familia hoy en Cuba”, dice Samuel Lara, retirado de la fábrica del vidrio con una chequera de 1.700 pesos y una familia de seis miembros. “En Cuba todo está muy caro. Esta situación obliga a los ancianos a mendigar. Yo mismo me he visto a veces que he tenido que salir a la calle a pedir”.
Con la actual pensión promedio de 1.500 pesos mensuales, un jubilado no puede comprar un cartón de huevos (2.500 pesos) ni una bolsa de leche (2.000 pesos). Incluso con el nuevo incremento de hasta 4.000 pesos, tampoco podrá adquirir ambos productos a la vez. A esto se suma que medicamentos básicos para enfermedades crónicas, como la hipertensión o la diabetes, no están disponibles en la red de farmacias estatales, lo que obliga a los ancianos a comprarlos en el mercado informal a precios muy superiores.
“Cuando suban la pensión de un jubilado a 100.000 pesos, por lo menos, me avisan”, dice Tirso Pablo Cortázar, retirado de la Antillana de acero, fábrica insignia de la capital, donde trabajó durante 57 años ininterrumpidos reparando buques y construyendo maquinaria pesada, y hoy vive con una pensión de 1.500 pesos, que según sus palabras no le alcanza ni para sus medicinas. “Ahora con esos 4 mil que me van a dar, se llenarán la boca diciendo que me están ayudando. ¿Qué ayuda? De verdad que este gobierno es la última carta de la baraja”.