La acumulación de basura, los desagües colapsados y el total deterioro vial echan por tierra los discursos oficiales más optimistas.
La Habana (Sindical Press) – La anunciada estrategia nacional para detener el avance de las arbovirosis que mantienen en vilo a la población de Isla, con miles de personas infectadas y muertes cubiertas por el velo de la censura, más que aportar esperanzas, alimenta las dudas sobre una posible erradicación.
Frente al crecimiento en espiral de los contagios, la rimbombancia retórica de la doctora Ileana Morales Suárez, directora de Ciencia e Innovación Tecnológica del Ministerio de Salud Pública, publicadas en el diario Granma, suenan tan huecas como el eco en una montaña.
Lo cierto es que los policlínicos y los cuerpos de guardia de los hospitales no dan basto con la cantidad de personas que llegan a diario en busca de algún paliativo en un país donde la disponibilidad de medicamentos en las farmacias es muy limitada y no todos los necesitados pueden adquirirlos en el mercado negro debido a los exorbitantes precios.
Así que las acciones expuestas por la señora Morales Suárez que estarían dirigidas a contrarrestar los efectos del mosquito vector, perfeccionar el tratamiento clínico de la enfermedad y reducir o eliminar las secuelas que dejan en los pacientes recuperados, no irán muy lejos ante la proliferación de los reservorios con que cuentan los insectos para reproducirse.
La cantidad de desagües de aguas limpias y albañales, el incalculable número de baches en las calles y la acumulación de basura en la vía pública, echan por tierra los planteamientos más optimistas.
Alrededor de un 40% del agua que se bombea se pierde a causa del pésimo estado de las redes hidráulicas, de acuerdo a reportes de la prensa oficialista. Una cifra que pudiera ser superior y reveladora de un ambiente propicio para la propagación de larvas por doquier.
En cuanto al drenaje de aguas pútridas, si a finales de 2024 se contabilizaron 11 000 fosas vertiendo su contenido en las calles, es lícito suponer que en la actualidad la cifra de derrames sea mayor, debido los abandonos provocados por una crisis socioeconómica de proporciones inéditas.
Para la basura, tampoco existen atenuantes a corto plazo. Cifras del año pasado, daban a conocer que en la capital solo se disponía del 57% de los camiones necesarios para mantener la ciudad limpia, a esto habría que añadir la falta de personal y la escasez de contenedores, un gran número de ellos robados y utilizados como materia prima en la fabricación clandestina de artículos del hogar.
Por su parte, María Guadalupe Guzmán Tirado, directiva de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto Pedro Kourí (IPK), puso de manifiesto, una de las razones de la rápida expansión de las dolencias, que incluyen el dengue, el oropouche y el chikungunya, este último con un notable protagonismo en todas las provincias y municipios del territorio nacional.
Según afirmó, la intensidad de los contagios tiene mucho que ver con el bajo nivel de inmunidad, un fenómeno que tiene, entre otras causas, la mala nutrición y el estrés crónico. Dos situaciones que han echado raíces y florecido con una marcada celeridad en el último lustro.
Con cortes del fluido eléctrico, constates y por largas horas, muchas veces sin gas para cocinar y con escasos recursos para cubrir necesidades básicas, como la alimentación, más del 80% de los cubanos están expensas de enfermar con las picadas de los mosquitos.
Hablar de control vectorial, evaluaciones profilácticas y terapéutica en función de controlar un escenario, con señales de haberse salido de control, muestra el distanciamiento institucional de un entorno, claramente definido por la vulnerabilidad y la desesperanza en sus fases más críticas.
Mostrar una dudosa preocupación e idear planes de contingencia es sencillo, lo difícil es admitir que el socialismo no funciona y que los virus permanecerán como parte de un escenario eclipsado por la incapacidad y la desidia de la élite de poder.