jueves , 4 diciembre 2025
trabajo voluntario
Díaz-Canel posó en labores agrícolas durante la conmemoración del 66 aniversario del primer Trabajo Voluntario en Cuba, repitiendo la habitual puesta en escena oficial.

Trabajo voluntario: la celebración de un fracaso

La CTC volvió a abandonar su papel sindical para alinearse con el régimen y respaldar movilizaciones, ignorando los derechos laborales.

(CS) – El régimen cubano convocó este fin de semana una nueva Jornada Nacional de Trabajo Voluntario, presentada por la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) como un acto de compromiso, participación popular y “apoyo a la economía”. Pero lejos de ser un homenaje a la cultura laboral cubana, este llamado revive una práctica que, desde sus orígenes, ha funcionado como sustituto de derechos laborales, como ritual político y como respuesta desesperada ante la incapacidad del modelo económico.

La CTC, que debería defender salarios dignos, negociación colectiva, condiciones laborales seguras y representación real, volvió a alinearse con la maquinaria estatal. En lugar de actuar como un sindicato, reproduce consignas oficiales y legitima movilizaciones forzadas que maquillan el deterioro del empleo, los salarios y la productividad.

Un origen ideológico, no laboral

El trabajo voluntario se institucionalizó en Cuba a inicios de los años 60, inspirado en campañas soviéticas y chinas que promovían el “trabajo extra” como demostración de lealtad al partido. La figura emblemática de aquellas jornadas fue Ernesto Guevara, quien en 1960 llamó a convertir la producción económica en una “batalla moral”. Desde entonces, el trabajo voluntario dejó de ser una actividad ocasional para convertirse en herramienta política: una demostración pública de disciplina, obediencia y adhesión ideológica.

En los años 70, el modelo se intensificó. Brigadas completas eran movilizadas para cortar caña, recoger café o limpiar áreas deterioradas. Estas jornadas nunca resolvieron los déficits productivos; al contrario, normalizaron la idea de que el sacrificio físico sustituía las responsabilidades estructurales del Estado. En los años 90, con el Período Especial, el trabajo voluntario regresó como mecanismo para compensar la falta de recursos, mientras los salarios perdían valor y las condiciones laborales colapsaban.

Hoy, más de seis décadas después, el país sigue atrapado en la misma ecuación: llamar a la épica donde falta eficiencia, pedir esfuerzo donde faltan salarios y convocar movilizaciones donde falta gestión.

Un presente marcado por la ineficiencia y el desgaste social

Según el medio oficial Trabajadores, la jornada movilizó a colectivos laborales en tareas productivas este fin de semana. Pero las cifras contradicen cualquier relato de entusiasmo. Más del 50 % de la población en edad laboral no trabaja ni busca empleo, según un reporte reciente de Telemundo basado en datos oficiales. La economía se contrae, los servicios colapsan y la emigración vacía centros de trabajo enteros.

Mientras se realizaba esta convocatoria “voluntaria”, numerosas entidades enfrentaban apagones de más de 12 o 18 horas, escasez de insumos y salarios inviables. La ONEI confirma caídas constantes en manufactura, agricultura y construcción: sectores que hoy no pueden sostenerse ni con “voluntarios” ni con consignas.

Una práctica incompatible con los estándares internacionales

El “trabajo voluntario” promovido por el Estado no es una tradición espontánea ni un homenaje al trabajador. El Convenio 29 de la OIT clasifica como trabajo forzoso toda labor exigida bajo presión política, coerción institucional o condicionamientos impuestos desde el poder. La frontera entre “voluntario” y “obligatorio” en Cuba es tan delgada que, históricamente, la participación ha estado asociada al temor a sanciones, evaluaciones negativas o represalias administrativas.

En cualquier sistema laboral moderno, los déficits se abordan mediante negociación colectiva, inversión productiva, salarios adecuados y derechos garantizados. En Cuba, la respuesta sigue siendo la misma: jornadas ideológicas y esfuerzo físico mal remunerado o directamente no remunerado.

Una contradicción cada vez más evidente

Mientras se ensalza el “espíritu obrero”, los trabajadores por cuenta propia, mipymes y cooperativas continúan bajo un marco regulatorio adverso, con inspecciones arbitrarias, decomisos y sanciones, como denuncian numerosos actores del sector privado. El régimen apela al sacrificio ciudadano para cubrir las carencias generadas por su propia gestión.

La jornada de trabajo voluntario celebrada este fin de semana no honró a los trabajadores: honró su resignación. Fue una puesta en escena política diseñada para producir fotos, no resultados, que repite la fórmula de seis décadas: pedir más esfuerzo a quienes ya no tienen nada más que ofrecer.

Refiriéndose a esta convocatoria y a la persistencia de prácticas que sustituyen derechos con rituales políticos, la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC) reiteró que el país requiere democracia, libertad sindical plena, salarios justos, negociación colectiva real, infraestructura productiva y un Código de Trabajo ajustado a las normas internacionales.

Lo que no Cuba necesita es otra escenografía de funcionarios posando en labores agrícolas bajo el sol.