lunes , 29 abril 2024
Una vivienda en Guantánamo, Cuba. (CubaNet)

Cortinas de humo en Guantánamo

No hay nada que celebrar, mucho menos en Guantánamo donde la miseria campea a sus anchas desde hace varias décadas.

Pittsburgh (Sindical Press) – La gala artística celebrada el pasado 5 de diciembre en la ciudad de Guantánamo, en conmemoración al Día del Constructor, se inserta dentro de la tramoya ritualista del castrismo para enmascarar la depauperación que opera al interior de una economía sin señales de recuperación.

Destacar la efeméride con música, teatro, danza, condecoraciones a trabajadores del sector y discursos triunfalistas de funcionarios del partido y el sindicato oficial, no solo refleja un conocido procedimiento, sino que, en este caso se trata de una burla de marca mayor, al tener lugar en la provincia más pobre del país.

De acuerdo a un reporte del diario digital guantanamero Venceremos, publicado en junio del pasado año, habían más de 1000 derrumbes totales sin resolver, muchos de ellos provocados por el huracán Mathew, en el 2016.

Según datos del Ministerio de la Construcción fechados en 2018, el déficit habitacional ascendía a 167 mil 753 viviendas, una cifra que explica la precaria existencia de cientos de familias sobreviviendo hacinadas en cuartuchos de madera con piso de tierra, regularmente sin servicios sanitarios apropiados y a la espera de soluciones, más allá de las promesas que suelen despachar los dirigentes en los congresos programados y reuniones informales, donde no falta la exaltación al “luminoso” legado de Fidel Castro en todos los órdenes del acontecer nacional.

Ante tal panorama sobran las celebraciones y faltan los compromisos para alcanzar resultados que atenúen el sufrimiento de las personas de tener que vivir a expensas de morir bajo los escombros o en casuchas de tablas roídas por el comején y techos improvisados.

Duele aceptar que no se avizora un alivio para los afectados a partir de las decisiones, tomadas al más alto nivel, de dirigir gran parte de los recursos disponibles a aumentar la infraestructura vinculada al turismo.

Una suma exorbitante del presupuesto se destina a esos menesteres. Según un análisis de inversiones realizado entre enero y diciembre de 2022, de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), fueron destinados en ese período cerca de 24 000 millones de pesos para tales funciones, mucho más que en el año precedente.

En la medida que se erigen hoteles y villas de recreo, en disímiles lugares de la Isla, se expande el deterioro existencial de la sociedad.

No hay nada que celebrar, mucho menos en Guantánamo donde la miseria campea a sus anchas desde hace décadas.

En junio del presente año, el primer ministro, Manuel Marrero, junto a dirigentes locales, prometía un paquete de soluciones a los pobladores de la localidad de Cayamo, perteneciente al guantanamero municipio de Caimanera, entre estas, la entrega de viviendas y mayores suministros de alimentos.

Las condiciones de la economía y los arraigados artificios retóricos de la élite y sus secuaces, obligan a reforzar los signos de interrogación en los márgenes de cada promesa.

No hay dudas que Guantánamo continuará ostentando el cetro en cuanto a miseria se refiere.

La celebración del Día del Constructor fue una burla descarnada. Otra chapucera gestualidad en medio del derrumbe de todos los paradigmas de un modelo que se vendió como la panacea.