jueves , 4 diciembre 2025
Osnay Miguel Colina Rodríguez, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC)

El nuevo ‘líder’ sindical en Cuba: otro burócrata del Partido para controlar y no representar a los trabajadores

Nunca ha trabajado en una fábrica, ha liderado un comité sindical de base ni protagonizado demandas o encabezado negociaciones laborales.

Madrid (Ángeles Rosas) – El nombramiento de Osnay Miguel Colina Rodríguez como secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) ha vuelto a poner bajo los focos la realidad del sindicalismo en la Isla: su completa subordinación al Partido Comunista (PCC). El reemplazo del histórico Ulises Guilarte de Nacimiento ratifica la práctica sistemática de colocar cuadros políticos sin experiencia obrera al frente de una organización que, en teoría, debería defender los derechos laborales en la Isla.

¿Quién es Osnay Miguel Colina?

Aunque es ingeniero bioquímico de formación, Colina ha hecho su carrera dentro del aparato político del régimen. Nunca ha trabajado en una fábrica, no ha liderado un comité sindical de base ni ha protagonizado demandas o encabezado negociaciones laborales.

La trayectoria de Colina incluye cargos como primer secretario del Partido Comunista en Villa Clara y Santiago de Cuba, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y ser miembro del Comité Central del PCC. El nuevo secretario general de la CTC es un burócrata partidista, sin credenciales obreras ni vínculos reales con las necesidades y luchas del trabajador cubano promedio.

¿Un nuevo líder sindical o un nuevo comisario político?

La designación de Colina ocurre en un momento particularmente crítico para el país y para los trabajadores cubanos, que sufren los efectos de una crisis económica prolongada: inflación, apagones, escasez y salarios que no cubren ni una décima parte del costo de vida.

Su llegada tiene lugar en medio de éxodo masivo de la fuerza laboral joven, especialmente profesional y calificada; malestar creciente en sectores como la Salud, la Educación, el Transporte y la Construcción y en medio de la “discusión” (sin participación real) del anteproyecto del nuevo Código de Trabajo, que sigue sin incluir la libertad sindical, derecho recogido en convenios internacionales que el Gobierno de Cuba ha firmado, pero no respeta.

Ante este escenario, el régimen apuesta por el control férreo, no por la representación obrera. Colina no llega como interlocutor, sino como fiscalizador del descontento. Su función será atajar posibles brotes de organización autónoma, impedir demandas colectivas y vaciar de contenido cualquier debate en las estructuras laborales.

La sustitución de Guilarte por un rostro fresco ocurre además cuando se cierra un espacio de discusión para los trabajadores, después de que el XXII Congreso de la CTC fuera postergado hasta 2026. Según la versión oficial, la decisión busca “fortalecer los procesos de base”. En la práctica, se trata de evitar cuestionamientos internos y aplazar cualquier intento de revisión o crítica, sobre todo ante el relevo de un dirigente tradicional por un nuevo rostro sin base obrera.

¿Qué es hoy la CTC?

Fundada en 1939, la Central de Trabajadores de Cuba fue secuestrada por el Estado tras 1959 y hoy funciona como un apéndice del PCC. Entre sus funciones reales se encuentran impedir la existencia de sindicatos independientes, controlar a los trabajadores estatales, canalizar las políticas del Gobierno en los centros laborales, evitar la organización autónoma y la protesta, incluso en sectores críticos como salud y educación.

La CTC no negocia convenios colectivos, no representa demandas ante el Estado empleador y viola sistemáticamente convenios como el 87 de la OIT, que garantiza la libertad sindical. Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), más del 70% de los trabajadores encuestados aseguran no sentirse representados por la CTC. Mientras tanto, plataformas independientes como la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC) o la Asociación de Trabajadores Autónomos (ACTEA) han denunciado acoso y represión contra sus miembros.

El sindicalismo, rehén del poder

Para Joel Brito, director ejecutivo del Grupo Internacional para la Responsabilidad Social Corporativa en Cuba, la designación de Colina es “irrelevante”, porque no representa ningún cambio sustancial para la clase trabajadora.

Brito recordó que desde el Congreso fundacional de 1962 ningún dirigente de la CTC ha surgido de la base obrera. “El único dirigente sindical que realmente había sido trabajador fue Lázaro Peña. Todos los demás han sido designados por el Partido”, afirmó.

Consideró que esta es otra maniobra de “renovación de cuadros” vacía de contenido real. “La CTC es un departamento estructural del Comité Central del Partido. Sus dirigentes responden al Partido, no a los trabajadores”, denunció. A su juicio, la única salida real pasa por “elecciones libres y democráticas” y por un nuevo sistema que genere empleo, desarrollo y soluciones reales.

En el mismo sentido se expresó Iván Hernández Carrillo, secretario general de la ASIC, quien calificó la designación de Colina como “más de lo mismo”. En su opinión, se trata de “una bofetada a los trabajadores cubanos” al nombrar nuevamente a un burócrata sin experiencia obrera. “No nace del espíritu ni del seno de los trabajadores, sino de un Partido único, antisindical y controlador”, advirtió.

Los trabajadores seguirán desamparados, pues esta figura no representará sus intereses, señaló Hernández Carrillo. “El mensaje del régimen es de inmovilismo e intolerancia”, añadió, y alertó sobre la falta de responsabilidad en un momento donde el país necesita soluciones reales. “Ningún momento como este es más propicio para una salida pacífica y honorable que promueva la justicia”.

El nombramiento de Osnay Miguel Colina no responde a los intereses de los trabajadores, sino a la necesidad del régimen de garantizar el control ideológico y político del único sindicato permitido. Mientras no se reconozca el derecho a la huelga, a organizaciones autónomas, elecciones libres de dirigentes y negociación colectiva real, la clase obrera cubana seguirá huérfana de representación y víctima de una estructura que defiende más al partido, no al pueblo.