jueves , 4 diciembre 2025
La exministra del trabajo Marta Elena Feitó y el exsecretario general de la CTC, Ulises Guilarte, destituidos en julio, durante el seminario nacional sobre el nuevo Código de Trabajo (junio 2025).

Un Código de Trabajo que no es moderno, ni flexible, ni actualizado

El régimen presenta un Código “moderno”, pero excluye sindicatos independientes y desoye recomendaciones de órganos de control de la OIT.

(GIRSCC) – Con sorpresa, pero sin ingenuidad, hemos visto cómo el régimen continúa tratando de vender un Código de Trabajo (CT) que contraviene los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y desoye las recomendaciones emanadas del Comité de Libertad Sindical (CLS) y del Comité de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones (CEACR). En un artículo publicado por CubaSí bajo el título Cuba apuesta por un Código de Trabajo moderno, flexible y actualizado, el 6 de septiembre de 2025, se insiste en presentar un anteproyecto que mantiene viejos vicios, ignora compromisos internacionales y continúa violando derechos fundamentales de los trabajadores.

Ni moderno, ni flexible ni actualizado

Un código moderno es aquel que incorpora sin reservas los compromisos internacionales asumidos por un Estado. En el caso de Cuba, el nuevo CT sigue sin incluir de manera explícita la letra de los convenios fundamentales de la OIT. Esto no es un detalle menor: los convenios deben ser incorporados no solo como referencia, sino como parte integrante del ordenamiento jurídico laboral. Cuba ha ratificado más de 70 convenios, pero muchos de ellos —como el Convenio 87 sobre libertad sindical o el 98 sobre negociación colectiva— siguen siendo letra muerta, y ni siquiera aparecen mencionados en el texto normativo.

Flexibilidad no significa ambigüedad. El anteproyecto mantiene un lenguaje ambiguo, lleno de fórmulas vacías y eufemismos que evitan definir con claridad lo que se regula. Esto impide que los trabajadores conozcan con certeza sus derechos y limita las posibilidades de defensa ante abusos patronales, especialmente cuando el Estado es el principal empleador. No se trata de una norma que empodere al trabajador, sino de una que lo mantiene sujeto a la discrecionalidad del empleador estatal.

Tampoco es cierto que el Código esté “actualizado”. Basta con revisar los informes recientes del Comité de Libertad Sindical (CLS) y del Comité de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones (CEACR) de la OIT para comprobarlo. Ambos órganos han señalado reiteradamente las carencias del marco jurídico laboral cubano, particularmente en lo referido a la libertad sindical, la independencia de las organizaciones de trabajadores y la necesidad de un entorno que garantice negociación colectiva auténtica. Ninguna de estas observaciones ha sido incorporada al nuevo texto.

La elaboración del nuevo Código de Trabajo ha sido un proceso excluyente, en manos exclusivas de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), una estructura sin autonomía, subordinada al Partido Comunista. En lugar de representar a la clase trabajadora, la CTC ha servido para legitimar un debate cerrado y controlado. Las organizaciones sindicales independientes, pese a presentar propuestas y solicitudes formales, han sido ignoradas, en violación de los principios de diálogo social y pluralismo sindical establecidos por la OIT.

El proyecto mantiene la negativa a reconocer el derecho a la libre asociación sindical. No otorga estatus legal a entidades como la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC) ni permite la creación de sindicatos autónomos, restringiendo la representación laboral a estructuras oficialistas. Esta exclusión institucionaliza la discriminación política y sindical, en abierta contradicción con los convenios internacionales sobre igualdad de trato ratificados por Cuba.

Lejos de representar un avance, este nuevo anteproyecto parece un intento de maquillar el viejo modelo laboral centralizado y autoritario. Cambiar el vocabulario no es sinónimo de reforma. El texto sigue sin ofrecer garantías reales para la protección de los derechos de los trabajadores, especialmente los más vulnerables: los del sector privado, los jóvenes reclutas, las mujeres y los trabajadores rurales.

Presentar este código como moderno, flexible y actualizado no solo es una falsedad, sino una falta de respeto a los trabajadores cubanos y a los compromisos internacionales que el país ha asumido. Mientras no se incorpore plenamente la letra de los convenios de la OIT y no se respete la voz de las organizaciones independientes, cualquier código será solo papel mojado.

El régimen puede seguir vendiendo titulares triunfalistas, pero la comunidad internacional —y más importante aún, los trabajadores cubanos— ya no se dejan engañar.