El desorden en las empresas estatales persiste, sin señales de que el orden pueda sostener una economía productiva y eficiente.
Pittsburgh (Cuba Sindical) – Ya está en marcha la 17ma Comprobación Nacional al Control Interno. El pasado año, este ejercicio incluyó cerca de 3 000 acciones de prevención y control y casi 2 000 auditorías. Ahora regresan las mismas expectativas, con la novedad de incorporar a 400 estudiantes universitarios de Derecho, Economía, Contabilidad, Ingeniería Agrónoma e Industrial.
Lo cierto es que el relajo en las empresas estatales continúa sin señales de que el orden pueda convertirse en la base de una economía productiva y eficiente.
Del desvío de recursos, las apropiaciones indebidas, el acaparamiento y todo un arsenal de fraudes, tampoco escapan sectores del Trabajo por Cuenta Propia ni las Mipymes. El ambiente no solo favorece esas conductas, sino que casi las impone como requisito para lograr un mínimo de rentabilidad o evitar la quiebra.
El sistema está diseñado para que las iniciativas dependan de subterfugios que permitan sortear las trabas impuestas por los organismos estatales, y no del esfuerzo genuino en un entorno con garantías e incentivos adecuados.
Las pesquisas en curso ofrecen la oportunidad de decretar otro fracaso. Los objetivos siguen enmarcados en la esfera de las apariencias, cuando lo que se necesita es reemplazar un modelo disfuncional que asfixia las motivaciones y recicla conceptos económicos obsoletos.
Como en ocasiones anteriores, pondrán en la palestra un puñado de casos de corrupción, directivos tronados, sanciones administrativas y quizá algún juicio ejemplarizante. Nada que cambie la percepción de un paréntesis dentro de la empresa estatal socialista y el remanente de negocios particulares condenados a sobrevivir entre planes de contingencia, fiscalizaciones, topes de precios, desamparo jurídico y escasez de insumos.
El aumento de contralores y auditores respecto a campañas anteriores es un detalle resaltado en los medios oficiales, pero que no trasciende ni convence.
Los cubanos no se detienen en esas bagatelas. Su atención está puesta en encontrar estrategias, si aún quedan, para evadirse de los entuertos cotidianos y, literalmente, mantenerse con vida.
El robo es la palabra de orden. Entre apagones, platos semivacíos, salarios que insultan al sentido común y grifos que solo dan agua a destiempo, la existencia duele como una herida abierta.
En empresas y fábricas estatales siempre habrá algún respiro, ocasional o permanente por medio de la malversación y otras sutilezas. Se trata de sobrevivir. Una condición que probablemente alcance a muchos de los 1 400 participantes en este nuevo ejercicio de detección de irregularidades en más de un centenar de empresas del país.