La IA y toda su parafernalia acompañante no tienen cabida en lo que debería calificarse como una zona de catástrofe.
Pittsburgh (Sindical Press) – La próxima realización de un evento en La Habana, que tendrá a la Inteligencia Artificial (IA) como uno de sus temas principales, subraya el divorcio —cada vez más manifiesto y no menos humillante— entre quienes se jactan de invertir tiempo e ingentes esfuerzos en garantizar el bienestar del pueblo desde las estructuras de poder y la avalancha de evidencias que contradicen ese supuesto objetivo.
Mientras el país retrocede a un ritmo acelerado e implacable en sus indicadores económicos y sociales, con miles de familias viviendo en condiciones existenciales incalificables —donde comer medianamente bien es un acto que oscila entre el lujo y la casualidad—, carece de sentido la promoción de las actividades que se desarrollarán en la llamada Convención y Feria Internacional Informática 2026, prevista del 24 al 27 de marzo en el Palacio de las Convenciones.
Los once eventos científicos que abordarán temas como las comunicaciones, el gobierno digital, la economía, los contenidos digitales, la ciberseguridad, la industria del software, las ciencias computacionales y la inteligencia artificial —según declaró al diario Trabajadores Yoandi Lazo Alvarado, director de Desarrollo Tecnológico del Ministerio de Comunicaciones— carecen de validez frente a la creciente miseria de una mayoría que sobrevive entre apagones, viviendas en ruinas y con menos de un dólar diario.
Todo ese despliegue teórico, concebido como plataforma para el salto hacia la “mejora del socialismo”, choca con una realidad que convierte el intento en un absurdo. No son pocos los antecedentes: habría que recordar las iniciativas lideradas por Fidel Castro que terminaron en rotundos fracasos.
A la luz de la historia, nada de lo proyectado por el supuesto genio con grados de Comandante en Jefe resultó factible en términos prácticos. Sus intentos de demostrar que el modelo de ordeno y mando era viable —y que podía garantizar producciones masivas de bienes y servicios— concluyeron en fiascos tan resonantes como costosos.
Lo que hoy se aprecia, en relación con el evento citado, es la continuidad de aquellos espectáculos envueltos en un discurso aparentemente racional sobre el desarrollo sostenible, pero que en realidad desembocaron en más estancamiento y pobreza.
La IA y toda su parafernalia acompañante no tienen cabida en lo que debería calificarse como una zona de catástrofe, por el alto número de personas atrapadas en los laberintos de la supervivencia, andando literalmente a oscuras y sin salida.
Ante los proyectos futuros y los supuestos avances que, según el viceministro primero de Comunicaciones Ernesto Rodríguez Hernández, se derivarán de la Convención, la recomendación más sensata es la duda, o —mejor aún— la indiferencia. Todo apunta a que se trata de otro engaño más, como los de Fidel, quien prometió villas y castillas para todos y terminó entregando migajas como única compensación. Un legado que perdura, y que la IA, seguramente, servirá para afianzarlo.