viernes , 5 diciembre 2025
Pesca
Un hombre en una balsa improvisada de “corcho” se prepara para pescar al amanecer en Cojímar, al este de La Habana, Cuba, el miércoles 12 de marzo de 2025. (AP/Espinosa)

La industria pesquera y el espejismo de las “conquistas”

De aquella flota que contaba con 114 embarcaciones hasta 1992 para la pesca de altura, solo queda el recuerdo lejano.

Pittsburgh (Sindical Press) – El éxito de dos brigadas de pescadores de la provincia Sancti Spíritus, en el centro de la Isla, no debe tomarse al pie de la letra.

Poco importa que, desde agosto, hayan superado el plan de captura anual de 294 toneladas, como reflejó un reporte del diario Trabajadores, mientras las disponibilidades de productos marinos continúen siendo solo para quienes puedan pagar en dólar o euros.

Con un salario medio estimado en 6690 pesos al mes, son pocas las familias que pueden degustar un buen filete de pargo y ni pensar en un enchilado de camarones o una cola de langosta. La referida suma representa apenas 15 dólares o 13,6 euros, al cambio actual de 450 y 490 pesos, respectivamente. Una realidad que muestra la desvalorización del trabajo y el reto para disfrutar de tres comidas diarias.

En este contexto, pescados y mariscos se convierten en meras ilusiones, solo superadas por las remesas de los familiares y amistades que viven fuera del país.

Las barreras no solo se limitan a la venta en moneda extranjera, sino a precios que obligan a optar por alternativas más económicas como el pollo o el picadillo de pavo.

Un kilogramo de camarones oscila entre los 5 y 11 dólares, de castero alrededor de 7 dólares y en cuanto a los más “asequibles”, el kilogramo de tilapia se cotiza entre 2,14 y 4,52 dólares y el de claria, a unos costos muy similares.

Esta falta de correspondencia entre el poder adquisitivo y las ofertas de lujo no tiene cabida en ninguno de los reportajes de la prensa oficialista, en esta oportunidad dirigido a resaltar una conquista que manifiesta falta de rigor periodístico y la insistencia en la ridícula tarea de cubrir el sol con la falange del pulgar.

Lo épico del par de brigadas espirituanas estriba, única y exclusivamente, en trabajar bajo pésimas condiciones laborales y a pesar de eso lograr resultados, probablemente sobredimensionados como parte de la estrategia estatal de hacer creer que el modelo de producción aun funciona.

Sobre el tema de la industria pesquera, vale destacar que subsiste gracias a los embalses y estanques. De la flota que llegó a contar con 114 embarcaciones, hasta 1992, para la pesca de altura (a más de 200 millas), solo queda el recuerdo.

Tras la caída del campo socialista y el fin de los subsidios, la opción fue vender una parte de las naves como chatarra, otras resultaron reconvertidas en patrulleros de la Marina de Guerra Revolucionaria (MGR) y el resto terminó decomisado por varios países debido el impago de deudas, según declaró, el pasado año, un ingeniero naval a Food Monitor Program (FMP), una iniciativa independiente encargada de documentar y denunciar la inseguridad alimentaria en Cuba.

La acuicultura es una de las pocas alternativas que asegura la presencia de pescados en las tarimas de algunas mypimes y en las tiendas dolarizadas.

No es que se hayan detenido por completo las capturas en altar mar y en los arrecifes costeros. Esas fuentes cubren las exigencias, más exquisitas, del turismo internacional y las neveras de ciertos comercios a disposición de los cubanos que puedan permitirse alguna que otra compra, por la vía citada.

En la presa Zaza, la más grande del país, no se detienen los esfuerzos del grupo de trabajadores pertenecientes a la Empresa Pesquera Sancti Spíritus.

En esas aguas se cultivan clarias, carpas y tencas, entre otras especies de agua dulce, cuyo sabor no es el más agradable, pero en los dominios de la pobreza extrema: mejor es algo que nada.

Una máxima muy a tono con la vida de casi el 90% de los cubanos condenados a sobrevivir con hambre y sin garantías de servicios básicos como la electricidad, el agua potable, el gas para cocinar y la salud pública.

Millones de cubanos viven creyendo que un filete de pescado es la gloria o más bien, un deseo permanentemente roto por la circunstancia de vivir bajo un sistema que reproduce la escasez y el racionamiento, mientras promete lo que nunca ha sido ni será capaz de ofrecer: la estructuración de un país funcional y con derechos plenos para todos.