Aleaga Pesant Report analiza el impacto regional de la operación Guacamaya, una intervención internacional que extrajo a cinco opositores venezolanos del comando de María Corina Machado, refugiados en la embajada argentina en Caracas. El comentarista compara esta acción con la captura de Noriega en 1989 y advierte que la señal es clara para regímenes autoritarios como el de Maduro y el cubano. También vincula esta intervención con un nuevo giro en la política estadounidense hacia América Latina, impulsado por figuras como Marco Rubio, y con el auge de gobiernos de derecha en la región.
Texto
Durante años, los gobiernos de izquierda de América Latina se han quejado del intervencionismo norteamericano. Aun cuando no había ninguna intención de intervenir en el hemisferio sur de este continente, machacaban constantemente la intervención del gobierno norteamericano: las tropas, las maniobras, la lucha contra las drogas, el “embargo”, “bloqueo” terrible contra Cuba, contra Venezuela. Y siempre hablaban y volvían a hablar sobre el tema.
Desde 1989 no se había ejecutado una operación tan contundente y sólida, con un mensaje tan claro para todo el hemisferio, como la operación Guacamaya. En aquel año, recordemos, tuvo lugar la intervención estadounidense en Panamá, que culminó con la salida del tirano general Noriega y marcó el retorno del país a la democracia. Han pasado 35 años desde entonces, y Panamá cuenta hoy con una democracia saludable y una economía robusta.
Hola, esto es Aleaga Pesant Report desde La Habana, Cuba, un compendio de la política, la sociedad y la cultura cubana. Hoy abordaré mal y rápido un solo tema: la operación Guacamaya.
Pero, como diría Petronio, el árbitro del buen gusto: la prisa no es elegancia. Maleconazo. Mientras la dama duerme es una oportunidad de enfrentarte a tus propios demonios, de mirar de frente aquellos duros años 90, marcados por la lucha incesante del pueblo cubano por su libertad. El libro —publicado por Ilíada Ediciones— está disponible en Amazon.
Pero regresando al tema de marras: la operación Guacamaya trae por lo menos tres lecturas mínimas. Primera: la nueva percepción de la intervención norteamericana. Hasta ahora ni Obama, ni Biden, ni Trump en su primera etapa, ni Bush hijo, nadie se metía en ningún problema. Los americanos estaban mirando hacia otro lado. Y ahora eso ha cambiado. La señal es para cualquiera.
Si un país como Venezuela —armado hasta los dientes con equipamiento ruso, a diferencia de Cuba donde no hay aviones, ni helicópteros, ni armas, ni siquiera un servicio militar funcional, y donde la corrupción ha penetrado por completo el sistema de defensa y seguridad nacional— ha podido ser escenario de una operación como esta, el mensaje es claro. Porque en Venezuela, a pesar de la corrupción, hay armamento y estructura. En ese vasto territorio se llevó a cabo la extracción de cinco miembros del comando de María Corina Machado, tras más de 400 días de encierro en la embajada de Argentina. Esa operación marca un antes y un después. Y lanza una señal inequívoca: ahora que Maduro está en Rusia, pueden ir por él cuando quieran.
Nadie se enteró. Lo que ha dicho Diosdado Cabello sobre supuestas negociaciones no se sostiene: está claro que no fue así. Lo ocurrido fue una operación de inteligencia en la que participaron, según se dice, comandos argentinos, fuerzas especiales de la Marina estadounidense (Navy) y unidades italianas. Y llama la atención la cooperación, la triangulación de estos tres sistemas de inteligencia y operaciones para extraer a estas personas que estaban —literalmente— secuestradas en la embajada argentina, bajo la bandera de Brasil, que fue el que se encargó del asunto.
Todo apunta a que, esta vez, el lobo viene de verdad. Y si lo vinculamos con la reciente denuncia del gobierno de Estados Unidos sobre la esclavitud moderna de los médicos cubanos enviados al exterior, implica que estamos ante una nueva visión para América Latina. Una visión que empieza a tomar forma junto a mandatarios como Javier Milei en Argentina, Daniel Noboa en Ecuador, y otros líderes que buscan reconfigurar el movimiento dentro del hemisferio.
¿Quién marca este derrotero? Sin duda, un cubano: Marco Rubio, ahora como secretario de Estado, jefe de USAID y asesor de seguridad nacional del presidente estadounidense. Su papel está dejando una huella profunda y delineando un antes y un después para América Latina. Somos testigos del inicio de esa transformación. Y pronto veremos cómo se pone en marcha.
Les recuerdo: esto es Aleaga Pesant Report desde La Habana. Y si los noticiarios dan información, nosotros la ponemos en contexto. (Ed. CS)