Los resultados, más allá de los soportes propagandísticos, fueron un desastre continuo convertido en una cadena de fracasos aún vigentes.
Pittsburgh (Sindical Press) – La emulación socialista, ese fenómeno salido de las entrañas del colectivismo, tiene en Cuba tanta vigencia como en los albores de la década del 60 del siglo XX, cuando se comenzó a implementar en todos los centros laborales, a instancias del Che Guevara, el ideólogo más fundamentalista del socialismo de partido único y su dictadura del proletariado.
En aquellos afanes de sacarle varios tramos de ventaja al capitalismo en la carrera hacia el éxito económico, la incipiente revolución se sumía en la vorágine de los planes quinquenales y, el voluntarismo acompañante, como pivotes hacia el desarrollo pleno de todas las ramas de la economía.
Los resultados, salvo los soportes propagandísticos, fueron más allá de un desastre eventual para convertirse en una suma de fracasos que perduran hasta el día de hoy.
Como demuestra la historia de los últimas seis décadas, la manipulación de las estadísticas ha sido la coartada para simular el gradual derrumbe del modelo basado en la hegemonía absoluta del Estado sobre el aparato productivo y las fuerzas de trabajo.
La emulación socialista, demostró ser una estrategia sin luces y con demasiadas sombras.
El punto de quiebre de ese alarde fraguado sobre el yunque marxista-leninista, fue la caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior desarticulación de la URSS en 1991, no obstante, en esta parte del mundo, aun se apela a esas prácticas vaciadas de contenido real y en sintonía con el capricho de una clase gobernante que se resiste a aceptar la bancarrota de sus postulados.
Es difícil asimilar que, en medio de tantos reveses, la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería (Empai), haya obtenido por trigésima ocasión la condición de Vanguardia Nacional, y de forma consecutiva, como se destaca en una nota del diario Trabajadores.
El director de la entidad, con sede en la provincia de Matanzas, Jorge Luis Hernández, en un arranque de euforia, “felicitó a los directivos y trabajadores por hacer posible la obtención de esta categoría superior de la emulación socialista concedida por la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) a propuesta de los sindicatos”.
El órgano de prensa, también se refirió a que el colectivo laboral tiene en su haber otras condecoraciones y un exquisito desempeño en lo que a eficiencia se refiere.
Esta secuencia de logros, sigue el curso de un ejercicio mediático que contrasta con las huellas de una crisis, cada vez más extendida y notoria, donde el ámbito de la construcción, al que pertenece la empresa premiada, no se salva de la debacle, con la excepción de la parte dedicada a levantar inmuebles para el turismo.
En una de las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, celebrada a finales del pasado año, trascendió que más de un tercio del fondo habitacional del país se encontraba en mal estado técnico.
Por otro lado, la directora general de la vivienda, Delilah Díaz Fernández, destacó el incumplimiento en la construcción de decenas de miles de viviendas, reportándose que, en la oriental provincia de Guantánamo, alrededor de 10 000 casas, seriamente afectadas por huracanes y sismos aún esperaban por ser reparadas.
Al conocer que, en el mes de agosto de 2024, solo se había podido cumplir en un 39% del plan de construcción de nuevas casas, sobran razones para intuir que la situación será peor en el presente año a medida que la crisis sistémica se acelera.
Los éxitos de la empresa agasajada merecen un cuestionamiento, con solo un paseo por La Habana, una capital literalmente en ruinas, con cientos de solares y edificios en condiciones técnicas deplorables.
Si los proyectos de la (Empai) se circunscriben al desarrollo de la industria turística, entendería mejor el porqué de tantos premios.
Aunque, siempre faltarían motivos para celebrar, pues los hoteles están más vacíos que nunca, mientras los hospitales se caen a pedazos y miles de familias sobreviven en tugurios sin esperanzas de vivir dignamente.
La emulación socialista, es parte del juego establecido para crear una sensación de normalidad. Algo anacrónico que refuerza los pedestales del estancamiento y anula las ilusiones de que el socialismo pueda llegar a ser un sistema competitivo y sustentable.