Trump planea imponer a India un arancel del 26 %, menor que el aplicado a Bangladesh, Vietnam, China, sus competidores regionales.
TIRUPPUR, India/DHAKA, Bangladesh (Reuters) – En un centro de confección del sur de India, R.K. Sivasubramaniam atiende pedidos de Walmart y Costco que buscan eludir los elevados aranceles de EE. UU. que afrontan sus competidores asiáticos, Bangladesh y China. Pero las filas de máquinas de coser inactivas en su fábrica dejan al descubierto su mayor desafío.
“Por mucho que lleguen pedidos, necesitamos mano de obra. No contamos con personal suficiente”, afirmó el director general de Raft Garments, que suministra ropa interior y camisetas a marcas estadounidenses a partir de 1 dólar.
Considerada la capital india de la ropa de punto, la ciudad de Tiruppur, en el estado sureño de Tamil Nadu, representa casi un tercio de los 16 000 millones de dólares en exportaciones de prendas de vestir de la India, y afronta una gran oportunidad ahora que los compradores estadounidenses exploran aumentar sus compras en la India ante los mayores aranceles sobre otros centros asiáticos.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, planea gravar a la India, sexto mayor exportador mundial de textiles y confecciones, con un arancel del 26 % a partir de julio, frente al 37 % impuesto a Bangladesh, el 46 % a Vietnam y el 145 % a China, todos ellos proveedores más grandes para EE. UU.
Esos aranceles harán que las prendas procedentes de India sean mucho más competitivas frente a las de Bangladesh y China.
Pero el ambiente es sombrío en el parque textil de Tiruppur, que recibe un frenazo de realidad: las esperanzas de India de aprovechar su ventaja arancelaria se ven bloqueadas por la escasez de mano de obra cualificada, las economías de escala limitadas y los elevados costes.
Raft Garments quiere ampliar la producción para atender nuevos pedidos, pero está importando máquinas de alta gama para automatizar algunos procesos de costura, dado que el negocio depende en gran medida de la mano de obra migrante, cada vez más difícil de encontrar o retener.
Los exportadores de prendas de vestir de la India dicen que los trabajadores deben formarse y muchos se marchan a los pocos meses para trabajar en unidades más pequeñas y desorganizadas que permiten jornadas más largas y pagan más. Los grandes fabricantes no pueden igualar esas condiciones debido a los requisitos de sus clientes extranjeros en materia de costes y condiciones laborales, según entrevistas de Reuters con diez fabricantes y asociaciones de exportadores de vestimenta que representan a 9.000 empresas.
El primer ministro Narendra Modi lleva años atrayendo inversores extranjeros con su programa “Make in India” para convertir al país en un centro manufacturero global. Se considera que la falta de trabajadores cualificados en una nación donde el 90 % de la fuerza laboral opera en el sector informal es un gran obstáculo, especialmente en sectores intensivos en mano de obra como el textil.
Tiruppur ofrece una muestra de esa tensión laboral.
“Necesitamos al menos 100.000 trabajadores”, dijo Kumar Duraiswamy, de la asociación de exportadores de Tiruppur, donde actualmente trabajan más de 1 millón de personas.
El gobierno de Modi anunció el año pasado que ampliaría un programa para formar específicamente a 300.000 personas en habilidades relacionadas con los textiles, incluida la confección.
En el centro Cotton Blossom, donde zumba el murmullo de las máquinas y se fabrican 1,2 millones de prendas al mes —entre ellas para el minorista deportivo estadounidense Bass Pro Shops—, Naveen Micheal John explicó que ha abierto tres centros a miles de kilómetros de distancia para formar y reclutar trabajadores migrantes.
“Los formamos allí durante tres meses, luego trabajan aquí siete meses. Después regresan a sus pueblos”, dijo John durante un recorrido por su fábrica, y añadió que también estudia abrir unidades en otros estados con mejores incentivos laborales y gubernamentales.
Problemas de capacidad
Las exportaciones de prendas de China (16.500 millones de dólares), Vietnam (14.900 millones) y Bangladesh (7.300 millones) las convirtieron en 2024 en los tres mayores proveedores de EE. UU., cuando India envió bienes por valor de 4.700 millones, según datos del gobierno de EE. UU.
Las empresas estadounidenses llevan años diversificando sus cadenas de suministro más allá de China ante tensiones geopolíticas. E incluso antes de los anuncios de aranceles en abril —ahora pospuestos hasta julio—, la industria de la confección de Bangladesh comenzó a perder brillo debido a la inestabilidad política.
Una encuesta a 30 grandes marcas estadounidenses de ropa, realizada por la United States Fashion Industry Association, mostró que India se convirtió en 2024 en el centro de aprovisionamiento más popular, con casi el 60 % de los encuestados planeando aumentar sus compras allí.
Con los nuevos aranceles, las exportaciones indias costarían 4,31 dólares por metro cuadrado de prendas, frente a 4,24 en Bangladesh y 4,35 en China, una mejora notable de su competitividad sin gravámenes, según cálculos de Reuters basados en datos de 2024 de la Oficina de Textiles y Confecciones de EE. UU.
Pero es en las economías de escala donde India pierde.
La Asociación de Fabricantes y Exportadores de Vestimenta de Bangladesh afirma que una fábrica promedio allí cuenta con al menos 1.200 trabajadores, mientras que en India, según su Consejo de Promoción de Exportaciones de Confecciones, hay solo entre 600 y 800.
“En Bangladesh las capacidades son enormes… Nosotros tenemos problemas de limitación de capacidad, falta de economía de escala por el menor tamaño de las fábricas y escasez de mano de obra en temporada alta”, dijo Mithileshwar Thakur, de la agrupación comercial india.
Para abordar esos desafíos, los fabricantes de prendas han empezado a establecer fábricas en los estados de origen de los trabajadores migrantes, añadió.
En Tiruppur, su asociación de exportadores señala que los 100 mayores exportadores contribuyeron con el 50 % de sus 5.000 millones de dólares en ventas el último año fiscal, y las otras 2.400 unidades aportaron el resto, una señal clara de operaciones fragmentadas y en su mayoría de pequeña escala.
Raft produce 12 millones de prendas al año con una plantilla de apenas 250 personas. Un cliente estadounidense está a punto de encargar 3 millones de unidades, lo que exprimirá la capacidad de la fábrica y la obligará a plantearse su expansión.
“Este pedido por sí solo es más que suficiente para nosotros”, afirmó Sivasubramaniam.
Obstáculo de precio
Datos de la consultora naviera Ocean Audit mostraron que Walmart importó 1.100 contenedores de artículos para el hogar y prendas de vestir entre el 2 de abril y el 4 de mayo desde India, casi el doble que en el mismo periodo del año pasado, incluyendo camisas de algodón y faldas largas plisadas.
En un comunicado, Walmart dijo que obtiene suministros de más de 70 países, buscando la combinación adecuada de proveedores y productos.
Aunque los minoristas de EE. UU. están realizando más consultas en Tiruppur, las negociaciones de precios siguen siendo complicadas debido a los mayores costes laborales y otros gastos.
La correduría india Avendus Spark indicó en marzo que el coste laboral en Bangladesh ascendía a 139 dólares al mes, frente a 180 en India y 514 en China.
P. Senthilkumar, socio sénior del grupo de consultoría Vector en India, comentó que el país tiene normas más estrictas para políticas de horas extra y turnos laborales, lo que incrementa aún más los costes.
En Dhaka, Anwar-ul-Alam Chowdhury, de Evince Group, dijo que la mayoría de sus compradores estadounidenses se mantienen con Bangladesh, pues “la gran capacidad de producción, los costes más bajos y la calidad fiable nos dan una ventaja clara”.
Pero en la India, los exportadores de Tiruppur aseguran que mantienen intensas conversaciones con muchos clientes estadounidenses, quienes aprecian la ventaja de costes de Bangladesh y presionan agresivamente.
En la vecina fábrica Raft Garments, donde las mujeres cosen ropa interior, la sonrisa del director general Sivasubramaniam, provocada por 14 nuevas consultas comerciales en las últimas semanas, se desvaneció de inmediato.
“Todos quieren que igualemos los precios de Bangladesh. El precio es un gran problema.” (Trd. CS)