miércoles , 13 noviembre 2024

El final del golpe continuado de Venezuela

El pueblo ya escogió un camino sin retorno, porque perdió el miedo a la dictadura, traga gases y aguanta torturas. 

Andrés Pastrana y Jorge Quiroga | Hace dos siglos un venezolano subió a su caballo, atravesó los Andes y liberó cinco países. Hoy la tierra de Bolívar está bajo el yugo de una dictadura narco-criminal, incompetente, corrupta y cruel. Hoy el espíritu del Libertador vive en los venezolanos que suben a Facebook o Periscope las crónicas diarias de su épica gesta, que está recuperando la democracia para su Patria.

Maduro ha reducido su país a escombros y una distopía surrealista. Gente en mercados hace colas interminables, marcados como ganado mientras la inflación más alta del mundo devora sus bolsillos, encuentran anaqueles casi vacíos y viven expuestos a una criminalidad escalofriante. Azorados, los venezolanos ven niños enterrados en féretros de cartón por causa de malaria o difteria, mientras multimillonarios jerarcas gubernamentales demuestran que los socialistas del siglo XXI son una hipócrita caterva de socios listos.

La democracia también se cae a pedazos, la oposición política está criminalizada, la prensa amordazada y el régimen desató un golpe continuado después de sufrir una aplastante derrota en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015.

Estuvimos ese día en Caracas invitados por la oposición, allá vimos al tenebroso Diosdado Cabello anunciar que mantendría recintos electorales abiertos hasta «la hora que sea», para robarse las elecciones. ¿Cómo? El voto es electrónico, el régimen cuenta con resultados en línea y sabe el tamaño de la brecha que necesita cerrar, las marionetas del órgano electoral (CNE) extienden varias horas la votación, llega la oscuridad y los «colectivos» (pandillas oficialistas) se apoderan violentamente de mesas electorales, para cambiar resultados a favor del régimen.

La dirigencia opositora denunció esta fraudulenta intención, invitándonos a respaldarlos. El CNE nos revocó credenciales; bramando y amenazante Cabello pidió que nos expulsaran; el invitado del gobierno, el expresidente Rodríguez Zapatero, trató de apaciguarnos o intimidarnos y se fue con las cajas destempladas. La discusión pública se centró en la demanda opositora: acatar la ley, cerrar votación, anunciar y respetar resultados. Cuando estaba claro que el CNE era cómplice del fraude, las FF.AA. (encargadas de la logística electoral) aparecieron en TV, anunciaron que la votación había concluido y garantizaron seguridad en las calles. El régimen tuvo que reconocer el resultado: la oposición logró dos tercios de la nueva Asamblea Legislativa, acabando con 17 años de control oficialista.

Maduro necesitaba esterilizar al nuevo Parlamento opositor, por lo que su Congreso saliente, presidido por el derrotado Cabello, inconstitucional e ilegalmente se llevó de regalo navideño en 2015 el poder judicial. Forzó renuncias y rellenó con sus alfiles las 35 acefalías generadas.

Así empezó el golpe continuado. El Ejecutivo se auto-otorgó facultades legislativas con visto bueno judicial; los presupuestos se manejaban por decreto; las leyes de amnistía, vivienda o la de gravedad se derogaban en la justicia; ninguna prerrogativa legislativa se podía ejercer, porque 50 fallos judiciales lo impidieron.

La Asamblea era un florero castrado, por eso la fuerza opositora se canalizó exigiendo el referéndum revocatorio de Maduro. Aquí llegó el segundo paso del golpe continuado, cancelar elecciones mediante jueces y el CNE para imponer un «diálogo» que resultó en: diferir el revocatorio y elecciones regionales; desinflar la protesta callejera; detener más opositores; y desactivar la aplicación de la Carta Democrática en la OEA. Esta maniobra dilatoria fue dirigida por Rodríguez Zapatero, el operador externo de Maduro.

Ante el rechazo del Congreso a préstamos usureros y concesiones lesivas, a fines de marzo los jueces desconocieron al Parlamento. Esto desató masivas protestas que han dejado decenas de muertos, centenares de heridos y miles de detenidos, incluyendo civiles procesados bajo justicia militar.

En mayo el histérico dictador anunció que abandonaba la OEA y la estocada final de su golpe continuado, convocando una «Constituyente» tramposa, con reglas que le permiten con escasa votación popular obtener la mayoría de este soviet moderno. ¿Cómo? Casi un tercio de los 540 delegados vendrán de sectores controlados por el gobierno que designará 176 miembros; los restantes 364 se elegirán por municipios, donde una pequeña comuna rural oficialista tendrá la misma representación que un centro urbano opositor muy poblado. Así, ganando sólo 95 de los delegados territoriales (una mera cuarta parte de los municipios) el régimen podría, voilà, tener control de esta narco-para-Constituyente. Además anulan los referéndums previo y posterior, porque le tienen pánico al voto.

Esto pulveriza el voto popular directo, proporcional, universal y secreto. El agonizante régimen busca que su soviet cancele elecciones venideras, cierre el Congreso, destituya Gobernadores opositores, defenestre la Fiscal y convierta a Venezuela en una Cuba del siglo XXI. En una escena macabra, Maduro hizo su propuesta ataviado de liqui-liqui, loco, bailando sobre el dolor del pueblo. Después, en una feria ganadera ofreció escaños a vacas, porque cree que la democracia es arrear rebaños sumisos. Los paramilitares del régimen asesinan a ciudadanos que protestan pacíficamente, mientras su para-constituyente cubana busca enterrar la república.

Estamos ante el principio del fin de la narco-dictadura, o ante el principio de la Venezuela norcoreana. Maduro dice que escojan: su constituyente o violencia, su golpe o represión, su dictadura o más asesinatos, cárcel y persecución. En una cosa tiene razón. Debemos escoger. Todos. El Vaticano también. Libertad o tiranía. Democracia o narco-dictadura. Luis Almagro -secretario general de la OEA- o Rodríguez Zapatero. Elecciones generales anticipadas o para-Constituyente golpista.

Los militares venezolanos y nuestra región también deben escoger. Las Fuerzas Armadas porque deben rechazar manejar la operación logística de esta aberración fraudulenta, para evitar ser cómplices del CNE que ya convalidó este esperpento. Además, todos los uniformados deben bajar sus armas y detener la represión que sostiene una dictadura narco-criminal, que mancilla la tricolor venezolana con su corrupción y la tiñe con sangre de su pueblo. La comunidad hemisférica porque se debe pronunciar sin ambages en la venidera reunión de Cancilleres de la OEA, así como en su posterior Asamblea en México del 19-21 junio.

El pueblo en las calles de Venezuela ya escogió un camino sin retorno, porque perdió el miedo a la dictadura, traga gases y aguanta torturas. Muchachos valerosos enfrentan armas con violines, marchan ante francotiradores, ofrendan vidas, entierran sus héroes y le gritan al mundo que la dictadura se acabó y quieren democracia.

* Andrés Pastrana Arango fue presidente de Colombia y Jorge Quiroga fue presidente de Bolivia