Sindicatos estadounidenses en varios estados impulsan leyes para limitar la IA, proteger empleos y exigir supervisión humana en decisiones automatizadas.
Cuba Sindical – Los sindicatos estadounidenses han lanzado una ofensiva coordinada para impulsar leyes estatales que limiten el uso de la inteligencia artificial (IA) en los lugares de trabajo y garanticen que las decisiones automatizadas sean supervisadas por humanos. Según reportaron The Boston Globe y The Washington Post, esta estrategia se intensifica tras el rechazo del Senado a una moratoria federal que habría bloqueado durante una década la capacidad de los estados para regular la materia, lo que ha dejado la puerta abierta a una cascada de iniciativas locales.
En Massachusetts, los Teamsters y otras organizaciones gremiales han llevado su protesta al corazón legislativo del estado para exigir que todos los vehículos autónomos cuenten con un operador humano de seguridad. El objetivo es evitar operaciones completamente sin conductor y proteger tanto la seguridad vial como los empleos que podrían verse desplazados por empresas como Waymo. De acuerdo con The Boston Globe, el ayuntamiento de Boston también avanza en una ordenanza que prohibiría estos servicios hasta que un comité con representación sindical evalúe su impacto y, en caso de aprobarse, obligue a incorporar un operador humano en cada trayecto. Para el senador estatal Paul Feeney, citado por el mismo medio, no se puede permitir que empresas tecnológicas experimenten en las calles sin una regulación que priorice a las personas por encima de la automatización.
En California, explicó GetCoAI a partir de datos también recogidos por The Washington Post, el Senado aprobó el “No Robo Bosses Act” (SB 7), una ley que establece la obligación de que cualquier decisión laboral automatizada —ya sea un despido, una sanción o una promoción— cuente con revisión humana. Además, prohíbe que estos sistemas realicen predicciones sobre el comportamiento futuro de los trabajadores y refuerza el derecho de los empleados a apelar y presentar pruebas independientes. A partir del 1 de octubre, nuevas regulaciones del Consejo de Derechos Civiles de California ampliarán la definición de sistemas de decisión automatizada bajo la Ley de Vivienda y Empleo Justo, obligando a realizar pruebas contra sesgos y a conservar registros durante varios años.
Oregón también ha dado pasos concretos, con una ley que impide a los sistemas de IA utilizar títulos profesionales como “enfermero” o abreviaciones similares, mientras que otros estados estudian propuestas inspiradas en estos modelos. Tal como informó The Washington Post, la copresidenta de la nueva fuerza de tarea nacional de la AFL-CIO, Lorena González, advirtió que la IA y la tecnología no pueden convertirse en “el próximo NAFTA” que sacrifique empleos sin un plan para proteger a los trabajadores. Según el mismo diario, la organización trabaja en desarrollar legislación modelo que pueda ser adoptada en distintos estados, con el fin de frenar la expansión de algoritmos que tomen decisiones sin responsabilidad humana.
El debate no se limita a la esfera política. En un episodio reciente del pódcast Metro Blueprint del Brookings Institution, la investigadora Molly Kinder y la secretaria general de UNI Global Union, Christy Hoffman, coincidieron en que no basta con regular: es imprescindible que los trabajadores tengan un “asiento en la mesa” para negociar la implementación de la IA generativa, estableciendo mecanismos de gobernanza y supervisión compartida. Ambas coincidieron en que este es un momento clave para redefinir la relación entre tecnología y empleo, asegurando que la innovación no se traduzca en pérdida de derechos laborales.
El trasfondo social de esta preocupación también queda reflejado en los datos. En febrero, una encuesta de Gallup citada por el Brookings Institution y mencionada por The Washington Post reveló que un tercio de los trabajadores en Estados Unidos teme que la IA reduzca las oportunidades de empleo. Quienes defienden la tecnología, incluidos algunos economistas, recuerdan que históricamente las innovaciones que han transformado ciertas profesiones también han creado nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, los sindicatos sostienen que la magnitud y la velocidad del cambio actual requieren una vigilancia y una intervención más decididas para que los beneficios de la IA no se concentren en unas pocas empresas, sino que se repartan de manera equitativa.
En este clima de tensión y expectativas, la discusión sobre la IA en el trabajo se perfila como uno de los ejes centrales de la agenda laboral estadounidense, con estados, empresas y sindicatos disputando no solo el control de la tecnología, sino también el futuro mismo del empleo.